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Los búlgaros eligen hoy a su nuevo presidente

ENVIADO ESPECIALMás atentos a la vertiginosa de preciación de su moneda contra el dólar que a las imposibles pro mesas de sus dirigentes, los ciudadanos de Sofía asistieron ayer al cierre de la campaña de las elecciones presidenciales que se disputan mañana. "Rojos" y azules", como se denomina popularmente a los socialistas en el podery a la coalición opositora de derechas, concentraron a los suyos bajo la lluvia y el frío ante sendos iconos monumentales de la capital de Bulgaria. Los primeros, en el Palacio de Cultura, una especie de mausoleo circular del comunismo tardío. Los segundos, junto a las impresionantes cúpulas doradas de la catedral ortodoxa en honor de Alexander Nevski.

En las circunstancias actuales del país balcánico, al borde de la bancarrota, el valor de estos comicios va mucho más allá de la relevancia de la Jefatura del Estado, básicamente ceremonial según la Constitución. Los comicios del domingo, que tendrán una segunda vuelta dentro de una semana si ninguno de los numerosos aspirantes rebasa el 50% de los sufragios, se consideran un voto extraparlamentario sobre la gestión del Gobierno que encabeza desde hace 20 meses el campeón de esgrima Zian Videnov.

Muchos responsabilizan al primer ministro, un ex comunista de 37 años, de que Bulgaria sea hoy, en sentido estricto, un rehén del Fondo Monetario Internacional y de que la corrupción y la inseguridad campeen a sus anchas. Este mismo mes fue asesinado en la calle por procedimientos mafiosos el ex primer ministro Andrei Lukanov, un enriquecido prohombre socialista, sin que hasta el momento la policía haya aportado una sola pista fiable.

A diferencia de otros antiguos países comunistas europeos que han afrontado decididamente la transición al capitalismo, Bulgaria amenaza con perderse en el túnel del tiempo de los Balcanes. La inflación es incontenible, 23% el mes pasado; su divisa, el lev, se despeña frente al dólar; y el sistema financiero, gangrenado por bancos insolventes, está al borde del colapso.

Sobre este transfondo se produce el duelo entre Ivan Marazov y Petar Stoyanov, los dos principales candidatos a la sucesión de Zhelyu Zhelev, él presidente búlgaro saliente, un profesor de filosofia de 61 años arrojado a las tinieblas por las "primarias" del pasado mes de junio en las que votaron casi 900.000 ciudadanos. Ninguno de los dos, ni Marazov ni Stoyanov, tiene otro tirón que el que les prestan los grandes bloques que están detrás de cada uno. Los búlgaros consideran a ambos mortalmente aburridos. El antiguo líder comunista Todor Zhikov, octogenario y en residen cia vigilada, asegura que su edad es lo único que le impide presentarse a la carrera presidencial.

Ventaja de la derecha

Ivan Marazov, 54 años, ministro de Cultura, es el hombre de los socialistas y, según. los sondeos de opinión, seguro perdedor. La última encuesta Gallup, del jueves, da al aspirante de la Izquierda Democrática, nombre de la alianza encabezada por los ex comunistas búlgaros, 15 puntos menos que a Stoyanov, candidato de la coalición derechista Unión de Fuerzas Democráticas.En el mitin final "rojo", ampliamente cubierto por televisión y radio, los partidarios de Marazov eran más numerosos y de más edad que los de su oponente conservador. A los "Unidos en el nombre de Bulgaria", ése era su lema, algunos transeúntes les gritaban de vez en cuando "basura roja".

Stoyanov, un oscuro aboga do de 44 años autor de un opúsculo sobre el divorcio, declaraba ayer que, pese a las limitaciones constitucionales de la presidencia, su elección a la jefatura de Estado significaría un cambio radical en el escenario política de Bulgaria, que acabaría e elecciones anticipadas. Los partidos conservadores europeo expresaron ayer en Sofía su apoyo a Stoyanov, a quien José María Robles Fraga, secretario d Relaciones Exteriores del Partido Popular, transmitió personalmente un mensaje de apoyo de José María Aznar.

El tercer aspirante a quien lo sondeos dan alguna probabilidad es Georges Ganchev, anitiguo campeón olímpico de esgrima. Ganchev, un pintoresco hombre de negocios emigrado populista y jovial, que promete a su auditorio prosperidad instantánea, sería un serio rival de Stoyanov si consiguiera pasar a la segunda vuelta, según Gallup

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