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Novedades increíbles

Como conspirador en activo, yo presumo vida en todo lo que existe: en los pinceles, en las bombillas, en los yogures y también en, las palabras. Sobre todo, en las palabras. Creo en ellas, las presiento y deduzco por tanto que su identidad es tan cierta como pueda serlo la de Lauren Postigo; por recurrir a un ejemplo llamativo.Conviene precisar, sin embargo, que uno no es un lingüista. Ni por parentesco, ni por contagio, ni siquiera por referencias. Uno es ama de casa, como debe ser, y en su candor hace tiempo que perdió todo contacto con las normas sintácticas. Practico, pues, una prosa asilvestrada, de oído, y nunca entro a desmenuzar técnicamente lo que dejo escrito, entre otras cosas porque ya. no sabría reconocer ni un complemento indirecto.

Y aclarado este punto, mantengo lo dicho: las palabras son criaturas con fondo ' propio. Nacen, se desarrollan y envejecen; y algunas, hasta son capaces de maquinar astucias en perjucio del usuario. Éste es el caso, por ejemplo, del término "deleznable", un adjetivo que se aplica de forma masiva como sinónimo de indigno, mato o ruin, cuando en realidad significa débil, frágil o quebradizo; incluso breve.

Personalmente, no acierto a comprender el dislate, como no sea que la propia palabra, en un fenomenal alarde de insurrección, fomente adrede el caos. Algo parecido le ocurre al verbo "subyugar", cuya acepción original es oprimir, avasallar o dominar J con violencia (fastidiar al prójimo, en resumen) y que en los últimos tiempos ha empezado a emplearse como sustituto de entusiasmar, encantar o maravillar. Ojito, porque todo apunta a que en pocos años logrará su objetivo, formalizando así una peculiar forma de transmigración que consiste en cambiar de espíritu, pero conservando el mismo cuerpo. Una increíble novedad en el ámbito de las posesiones.

Otras palabras, en cambio, ni siquiera son capaces de mantener a salvo su vestuario. "Libido" o "elite", por señalar dos de las más sumisas. El mundo entero las escribe y pronuncia acentuando machaconamente la primera sílaba ( "líbido ", "élite ") y ellas, lejos de hacer valer sus derechos, lo asumen sin protestar. Saben que son palabras llanas, pero un viento invisible trata de acomodarlas en el camarote de las esdrújulas. ¿Por qué?,El diccionario mutante (cuando alguien se anime a elaborarlo) responderá a esto.

Y hablando de hostigamiento, ninguno. tan despiadado como el que sufre en sus carnes el apacible verbo "prever". Muchas personas tienden a deformarlo añadiendo una tercera "e" a su anatomía, de tal manera qué acaban convirtiéndolo en un vocablo trisílabo: "pre-ve-er".

El responsable de este gazapo es un colega suyo de aspecto muy parecido "proveer", un verbo que poco a poco, con la complicidad de muchos, está haciendo la vida imposible a nuestro amigo. De aquí, de esta conjura a mil bandas, surge uno de los barbarismos más sucios y estridentes de la lengua castellana: "preveyendo", un intruso, un farsante, un gerundio sin corazón que le ha robado el puesto a su verdadero, dueño; esto es, "previendo". Ángelito mío.Y por último,, no sería justo olvidar otras voces, de naturaleza más juguetona, que se lo pasan pipa a costa del usuario poco experimentado. Palabras que de vez en cuando, sin venir a cuento, sólo por pinchar, nos susurran algo en la oreja y, nos inducen a pensar que quizá, sólo quizá, pudieran llevar, por ejemplo, una hache inicial: "ilación" y "omóplato"- son dos de ellas, Estas chicas constituyen, en mi opinión, lo, más selecto del medio. Son simpáticas y fiables, pero también muy gamberras, ya que después de obligarte a solventar la duda en el diccionario, y una vez comprobado que se trataba de una falsa alarma, resulta que encima se encogen de hombros y que te miran de arriba abajo como diciendo: "Te estaba probando".

Lo dicho: palabras. Serias, tramposas o guasonas, pero todas ellas vivas y con un mensaje muy viejo que proteger. Como le pasa a los lobos. Adiós.

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