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HORROR EN GUATEMALA

"Oí la palabra muerto y abrí las puertas"

79 fallecidos por avalancha en el estadio Mateo Flores Un guardia civil español vivió en directo la catástrofe

"Oí la palabra muerto y corrí en busca del administrador del estadio. Ya había tenido antes problemas con este hombre porque le había pedido que se quedara cerca del equipo de seguridad privada y él no me hizo caso. Tuve que andar buscándole para que me diera la llave y poder así abrir las puertas del estadio". José Tobías Cadena, de 52 años, teniente coronel de la Guardia Civil española, vivió en directo la tragedia que ayer costó 70 vidas en el estadio Mateo Flores, de la capital guatemalteca, donde estaba previsto el encuentro entre la selección de fútbol de este país y la de Costa Rica. Decenas de personas -entre las que no hay españoles- murieron asfixiadas y pisoteadas por una avalancha humana, consecuencia de la entrada de miles de personas por encima del aforo permitido. La Policía Nacional ha detenido a siete personas, acusadas de vender entradas falsificadas, y ahora se busca el taller donde se imprimieron.

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El teniente coronel Tobías, que se encuentra al mando de un grupo de 16 guardias civiles que adiestran desde hace tres meses a la Policía Nacional de Guatemala, intuyó que iba a haber problemas. Ya desde horas antes del inicio del encuentro entre Guatemala y Costa Rica, valedero para la Copa del Mundo de Francia 1998, había observado que el ron Venado corría a chorros entre los miles de aficionados que accedían al estadio. La lógica tensión del choque futbolístico y el alcohol eran un mal augurio."A las tres de la tarde [cinco horas antes del inicio del encuentro] hacía mucho calor y ya iba llegando una marea humana. Tres horas después, el estadio estaba a rebosar. La gente cantaba y llevaba fotos de los futbolistas. No hubo ninguna pelea. Todo iba normal. Pero a las 6 y 20 de la tarde pedí a la Policía Nacional que cerrara las puertas porque ya no cabía nadie más", recordaba el teniente coronel Tobías.

El jefe de la Guardia Civil considera que no hubo fallo ni negligencia en el dispositivo de seguridad montado para la ocasión: 228 policías nacionales que hacían su presentación en sociedad con sus flamantes uniformes nuevos, nueve guardias civiles españoles vestidos de paisano y varias docenas de agentes de seguridad privada.

El despliegue policial montado para la ocasión era más que suficiente. Pero, tal como se temía, los falsificadores de entradas provocaron que se desbordase el estadio, cuyo aforo es de 45.000 espectadores. Veinticuatro horas antes, Ferdy Berganza, miembro del comité de selección, ya había advertido de esta posibilidad.

Junto a una de las puertas del estadio, cerca de donde se había instalado un nuevo marcador electrónico, miles de espectadores accedían al campo de fútbol tras echarse para el cuerpo unos buenos tragos de Ron Venado. El ruido y el bullicio que escupían los altavoces era ensordecedor.

Marea humana

Tras aconsejar el cierre de las puertas del estadio, el teniente coronel Tobías observó que los espectadores de la zona donde inmediatamente después se produciría la tragedia empezaban a hacer la ola. Todo era normal. Pero sólo en apariencia. Inexplicablemente seguían llegando más y más espectadores, que posiblemente habían forzado una de las puertas mientras esgrimían sus entradas.Decenas de personas cayeron el suelo aplastadas por una marea humana. Muchas de ellas murieron en el acto asfixiadas y unas 200 sufrieron fracturas y heridas de diversa consideración. "Bajaron el volumen de los altavoces y en ese momento oí la palabra muerto. ¿Muertos? La única posibilidad que había era abrir las puertas para facilitar la evacuación", explica el teniente coronel, cuyo cometido era sólo de asesoramiento a la Policía Nacional.

Tobías tuvo que buscar afanosamente al administrador del estadio para exigirle las llaves de las puertas. Cuando al fin le encontró, el propio teniente coronel cogió las llaves y abrió la puerta. "Ahora mismo estoy viendo las imágenes de la televisión y ahí aparezco yo en primer plano abriendo las puertas", decía a mediodía de ayer (madrugada en Guatemala), a través del teléfono de la habitación de su hotel.

Decenas de muertos quedaron tendidos en las gradas, mientras los equipos de socorro luchaban desesperadamente por devolver a la vida a algunos de ellos haciéndoles la respiración boca o boca y mediante masajes cardíacos. Pero en muchos casos, estos intentos resultaron estériles. El teniente coronel Tobías ayudó a la evacuación del estadio, junto con el puñado de hombres a sus órdenes, bomberos y policías nacionales.

"La gente se había inflado a beber. A mi me pusieron perdido de vomitonas", dice el jefe de la Guardia Civil. Éste califica de "espantosos" los momentos que se vivieron en el estadio y será uno de los peores recuerdos que se traiga a España el próximo 20 de diciembre.

Zapatos en los graderíos

Decenas de hombres, mujeres y niños quedaron tendidos en los graderíos del estado, cubierto igualmente de zapatos perdidos por sus dueños en la apresurada carrera por escapar de aquel espanto. Pese al horror, el teniente coronel Tobías asegura que no se produjeron escenas de pánico ni terror. Tanto que miles de aficionados ignoraban la tragedia cuando el jefe del Estado guatemalteco, Alvaro Arzú, se dirigió por los micrófonos a la multitud para anunciar la inmediata suspensión del partido de fútbol. Desde ese momento, cesaron los silbidos y el griterío. El estadio "enmudeció", según un testigo.Mientras tanto, cientos de espectadores buscaban desorientados y en medio de la confusión a sus amigos y familiares. En el hospital nacional San Juan de Dios fueron asistidas alrededor de 700 personas con heridas de diversa consideración, a la vez que se hizo un llamamiento a la población para que no acudiera a ese centro en demanda de información, ya que eso provocaría un mayor caos.

El teniente coronel de la Guardia Civil, que niega que la tragedia del estadio se originara a causa de peleas u otros incidentes, recabó inmediatamente información y comprobó que no había españoles entre las 79 víctimas.

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