El Papa recupera el humor

Una vez más, el Papa no defraudó a la parroquia. Y si el ángelus que rezó ayer a través de los micrófonos de Radio Vaticano, y que sonó por toda la megafonía instalada en la explanada del Policlínico Gemelli, estaba grabado para que no se fatigara, el lento alzamiento de la persiana de una de las ventanas de sus habitaciones del décimo piso hizo saber a los fieles que se asomaría. Como así fue. Si en la grabación Juan Pablo II tenía la voz más triste y se le oían claramente algunos jadeos, en vivo y en directo se creció, como acostumbra.

Sonriente y de estupendo humor, el Papa saludó a los presentes desde lo que calificó como "Vaticano número III", tras las ya numerosas visitas que ha hecho a la clínica desde aquel lejano 13 de mayo de 1981, cuando el turco Alí Agca atentó contra su vida. "El Vaticano número I es la plaza de San Pedro, y el número II, Castelgandolfo [su residencia estival]", puntualizó el Pontífice.

Desde el alba había luz en las habitaciones papales, como ha sido habitual en los días que lleva ingresado. Desde primeras horas de la mañana, y con la vigilancia policial ampliamente reforzada, empezaron a llegar los fieles, entre los que no faltaban señoras en bata, bajadas de distintos pisos del hospital, pero que, en su grandísima mayoría, eran, en esta ocasión, compatriotas del ilustre paciente, que llevaban anoraks de Gdansk, ciudad en cuyos astilleros fundó Lech Walesa el sindicato Solidaridad, y portaban banderas, pancartas y pañuelos con la foto de Karol Wojtyla y el logotipo en polaco de Solidarnosc, organización que tanto debe personalmente a Juan Pablo II y financieramente al Vaticano.

Los polacos, siempre numerosos en las audiencias papales y siempre actuando como un auténtico club de fans, le habían dado ya una serenata una noche que acudieron bajo su ventana a entonar sus canciones favoritas. Ayer retomaron los cánticos y los vivas y aplaudieron cuando el Papa les animó en su lengua a seguir trabajando, él desde el Vaticano, ellos en Solidaridad, según traducción de dos amables peregrinas bilingües.

En sus palabras grabadas antes del ángelus, Juan Pablo II dijo que se encontraba aún en el hospital, "lugar de sufrimiento y esperanza", y se refirió a la ética del dolor y al "don del sufrimiento, mediante el cual es posible completar en la propia carne lo que falta de los padecimientos de Cristo". También pidió a la "Virgen Santa que acoja la oferta" de sí mismo y repitió el Totus tuus con el que se encomendó a la madre de Dios al ser elegido y que hizo lema de su pontificado.

El Papa quiso reiterar también su ya anteriormente expresado deseo de llevar el timón de la Iglesia hasta el año 2000, pidiendo a la Virgen que le confortara en el camino hacia el jubileo del nacimiento de Cristo. Esta voluntad de Wojtyla de llegar al bimilenario del nacimiento de Cristo ha sido señalada en estos días, sobre todo en los momentos previos a su operación de apendicitis del pasado martes -cuando los propios médicos no las tenían todas consigo sobre lo que se iban a encontrar en la mesa del quirófano-, recordando la invitación de conducir la Iglesia hasta el tercer milenio que le hizo, hace 18 años, en el momento de su elección, según confesó el nuevo Papa, el entonces primado de Polonia, cardenal Wiszinsky, palabras que Wojtyla se ha tomado siempre con una cierta dosis de profecía.

Ayer, además de recordar a todos los enfermos, el Papa agradeció al personal del hospital y a quienes se han interesado por el desarrollo y transcurso de su operación sus desvelos y oraciones, que ciertamente han sido muchos. Entre los mensajes de embajadores y jefes de Estado no ha faltado un telegrama de las participantes en Erótica Tour, una feria que se está desarrollando en Nápoles. Las estrellas porno escribían a Juan Pablo II respetuosamente: "Desde un mundo lejano a usted, estamos a su lado. Nuestros mejores deseos".

El posoperatorio de Juan Pablo II transcurre de forma tan impecable que los médicos no excluyen un posible adelanto de su alta, prevista para mañana, martes. Él, por su parte, deseó poder verse con los fieles el próximo domingo en la plaza de San Pedro. Esto es, en el Vaticano I.