Apertura socialista
LOS SOCIALISTAS catalanes han conseguido, al fin, iniciar la apertura de su partido hacia la sociedad, después de una larga crisis que ha venido enfrentando a los partidarios de una profunda renovación -identificados con su hasta ahora primer secretario y a partir de ahora presidente, Raimon Obiols- y a los partidarios de cerrar filas en tomo a la identidad y a la estructura partidaria -identificados con el hasta ahora secretario de organización, el senador procesado por el caso Filesa, Josep Maria Sala. El PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) es el primer partido que decide, en el ámbito español, someter a sus principales candidatos a unas elecciones primarias en las que participarán los militantes y los simpatizantes. Otra decisión aperturista ha sido la aprobación de un código ético que limitará la contratación de obras, servicios y suministros públicos por parte de los cuadros socialistas, sean electos o no.La elección de una comisión ejecutiva de integración, en la que los seguidores de Obiols cuentan con una buena representación, y la propia elección del hasta ahora secretario general como presidente son también dos signos más del éxito político de las ideas renovadoras. El éxito organizativo del congreso ha quedado, sin embargo, en el saldo positivo de los salistas y su corte de capitanes o dirigentes territoriales, que han conseguido el objetivo aparcado en el anterior congreso, celebrado en febrero de 1994 en Sitges. Los capitanes quisieron derribar entonces al primer secretario, Raimon Obiols, y no tuvieron más remedio que aceptar la apertura de un paréntesis, ahora clausurado en este congreso.
La presencia de los capitanes en la nueva dirección es abrumadora, pero el precio que han tenido que pagar es su sometimiento a la disciplina del nuevo secretario general, el ex vicepresidente del Gobierno Narcís Serra, y la aceptación de estos primeros pasos de apertura del partido hacia la sociedad. La fórmula de integración fraguada en los meses previos al congreso ha conducido a colocar a Serra en la primera secretaría, como clave de bóveda que permite sostener a sectores y posiciones enfrentados a veces hasta la crispación. Desde esta posición, Serra deberá intentar la difícil contorsión de potenciar el discurso político renovador de los obiolistas apoyándose en la práctica organizativa de los salistas.
El historial político de Serra en la alcaldía de Barcelona y en el Ministerio de Defensa permite pensar que cuenta entre sus habilidades una cierta eficacia en la neutralización de conservadurismos corporativos. No es el caso de su paso por la vicepresidencia del Gobierno, cuya estela puede constituir todavía un lastre en su papel de nuevo líder del socialismo catalán y permite albergar algún escepticismo sobre su capacidad de renovación. Está por ver si será capaz de hallar un espacio de acción propia y autónoma, sobre todo, frente a los sectores mas ensimismados en la política de partido.
No será ajeno a todo ello el debate central que viene polarizando al PSC desde sus fundación respecto a su comportamiento en relación al nacionalismo. El salismo significa, en el plano político, una crítica acerba a la denominada aristocracia catalanista del PSC, a la que atribuye una incapacidad innata de movilización del voto de origen inmigrante en las elecciones autonómicas. El obiolismo, con toda su cosecha de fracasos en las autonómicas y de éxitos en todas las otras elecciones, propone, en cambio, la ruptura de la dinámica perdedora en las autonómicas mediante una apertura del PSC a la sociedad civil, con el objetivo de constituirse en eje del centro-izquierda para obtener la alternancia en Cataluña después de 16 años de gobierno de Jordi Pujol.
La peripecia del socialismo catalán ha sido fundamental hasta ahora para el socialismo español en su conjunto. El PSC ha venido proporcionando el zócalo electoral indispensable para los éxitos socialistas en el con unto de España, mientras se consolidaba como un partido fuertemente enraizado en la sociedad catalana, principalmente a través de la vida política local. Su asignatura pendiente es la más importante y la que le da sentido como partido catalán: el gobierno de la Generalitat. Pero para obtenerlo necesita previamente someterse a una cura de renovación, en la que deberá ser pionero respecto al socialismo español en su conjunto.
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