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Tiempo perdido

De las filas que podrían ahorrarse los ciudadanos si se pusiesen medios o se cambiasen hábitos

Aquí siguen unos cuantos casos de colas por resolver. Por incompetencia de los gestores del servicio, por ahorrarse lo que cuesta ofrecerlo o lo que cuesta pensar, o por una sana costumbre de compadrear que llega con la edad.Cinéfilos castigados. Los casi dos millones de vecinos que viven fuera de la capital están condenados a ver cine con las butacas sin numerar. Los multicines de la región no ofrecen este servicio y en los sesiones más solicitadas (un domingo a las ocho de la tarde, por ejemplo) registran colas de espectadores para conseguir la mejor butaca: son 29 multicines.

Los aficionados a ver películas en versión original de la capital también se tienen que resignar a guardar cola si quieren un buen sitio. El batiburrillo es habitual cualquier día de fiesta en los multicines con más salas (ocho) de esta modalidad: los Ideal, ubicados en el centro de Madrid. La taquilla es rápida. Las colas para entrar a las salas llegan a la calle sin la menor dificultad.

"Hay mucha gente que prefiere que las butacas no estén numeradas", alega el regente de los Ideal, Ricardo Évole. "Lo que pasa es que se quieren ahorrar acomodadores y así venden hasta la última butaca del aforo, por muy mala que sea", objetaba un aficionado a la versión original un día esperando pacientemente a que el cordón que daba acceso a su sala se venciese. Llevaba casi 50 minutos esperando. Ese mismo día, el pasado marzo, una pareja de novios muy consciente de sus derechos, después de discutir con alguien que se quería colar y que acabase la cosa con un buen berrinche de la chica, llamó a la Policía Municipal para denunciar la aglomeración. Se marcharon sin ver la película.

Solamente 18 cines de los 63 que hay en Madrid capital (casi todos ellos son ya recintos con varias salas) ofrecen sus entradas numeradas.

La pelota en directo. La fila, para Arturo Moreno, encargado de las taquillas del equipo del Atlético de Madrid, es tan "inevitable" como la que se forma "a la hora de comulgar en las iglesias". "Vamos a ver", explica Moreno, "si siempre una o dos horas antes, de que se abra la taquilla hay gente esperando ¿cómo vamos a evitar las colas". El Atlético abre las taquillas tres días antes del partido, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas; y el mismo día del encuentro, a las 11.00. "Y casi siempre hay, antes, unas 600 personas esperando, porque temen quedarse sin localidades", añade el empleado. Una hora después de abrirse la taquilla "ya no hay nadie", según Moreno.

¿No podrían pedirse las entradas por teléfono? "Quite, quite", responde Moreno, que se explica: "Todo el mundo las pediría y nos encontraríamos el día del partido con 25.000 sobres destinados a 25.000 personas: entonces sí que tendríamos que quitar la cola con excavadora. Un portavoz del Rayo Vallecano añadió: "Que yo recuerde, no hemos tenido una cola buena desde hace cuatro años, una vez que vino el Atlético de Madrid". Con el Real Madrid fue imposible contactar. Un habitual del Bernabéu protesta: "¡Que les costaría vender las entradas por teléfono o en los cajeros!"

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Toros. La plaza de toros de Las Ventas tiene aglomeraciones frente a sus ocho taquillas durante todo un mes, el de la feria de San Isidro en primavera. Son aficionados que aspiran a conseguir alguna de las 22.000 localidades de la plaza, según cuentan los asiduos de la plaza. "Hay cola todos los días y eso es porque no quieren gastarse un duro vendiendo entradas por teléfono", critica un habitual de los 70 festejos taurinos que celebra Las Ventas. Hay colas de aficionados para renovar alguno de los 17.000 abonos. "Pero tienen 14 días, disponen de tiempo suficiente", asegura Manolo Cano, coordinador general deToresma, la empresa que gestiona la plaza. Después, las filas para conseguir los 300 abonos que, según explica Cano, quedan vacantes. "Ahí sí se concentra mucha gente". Y finalmente, la aglomeración para conseguir las entradas que han de venderse en el día. "En las Ventas siempre hay gente", protesta un aficionado, "el tema es que no quieren gastarse un duro en vender entradas por teléfono".

Los pensionistas y la caja de ahorros. Cada día 26 de mes, las colas se adueñan del espacio en cualquiera de las 770 oficinas que tiene Caja de Madrid en la región. Ocurre que ese día la entidad tiene a disposición de los jubilados su pensión, domiciliada en su cuenta o libreta. El mismo día que la paga la Seguridad Social, según fuentes de la caja, que afirman que la entidad paga la primera. "Ocurre que quieren poner la cartilla al día, que sacan todo el dinero para meterlo en el calcetín y en un porcentaje ínfimo de clientes, que lo cobran por ventanilla", afirma el portavoz, a quien le consta que se han hecho estudios de mercadotecnia de los que se desprenden dos cosas: que los ancianos atascan el paso por la ventanilla y que realmente prefieren esperar. "Prefiere la señora o el caballero acercarse a la sucursal y usar parte de su abundante tiempo disponible en preguntarle al vecino por sus nietos o comentar el tiempo que hace", explica el portavoz de la Caja, "yo se de casos en que un anciano llega a la sucursal a retirar 1.000 pesetas; al día siguiente vuelve a por otras 2.000, y el tercero, recoge otras mil. Se le pregunta que porqué no retira esa cantidad de un golpe y explica que prefiere ir todos los días al banco", añade.

Precios populares.

El lunes 16 de septiembre amaneció en Alcorcón (144.000 habitantes) con una cola de 600 aspirantes a algún curso de la Universidad Popular de Alcorcón. La primera de la fila, una chica llamada Sonia, llevaba allí 17 horas para conseguir un curso de gimm-jazz y otro de Gestión de nóminas, a precios populares. El día vio 1.000 personas en su trascurrir, que aspiraban a una de las 1.600 plazas para 80 talleres del centro. Los responsables dicen que no han encontrado la fórmula para neutralizar estas colas, informa Francisco J. Barroso.

Abonados al transporte. En las mañanas del día 1 de cada mes se forma una cola de aire peculiar al frente de las taquillas del Metro: los compradores del abono mensual de transportes, normalmente urgidos porque tienen que ir al trabajo. Es, por lo general, una cola apresurada y somnolienta que se forma para adquirir un título que, por 3.900 pesetas permite viajar en metro y autubús discrecionalmente durante todo el mes. Aunque el abono se puede comprar con 10 días de antelación, lo normal es que el primero de mes haya siempre amigos de la última hora que tienen que esperar. En la estación de Sol , el pasado día 1 de octubre, a las ocho de la mañana, una decena de personas aguardaban en la taquilla para conseguir el abono. La taquillera era rápida: no más de diez minutos de espera. Uno de los compradores parecía disculparse de estar ahí: "Cada mes me digo a mí mismo que hay que comprar el abono antes, pero nunca me acuerdo, y luego, cuando voy a meter el billete en el torniquete es cuando me doy cuenta, en fin..." Metro, incluso, recuerda por megafonía la conveniencia de adquirir el abono "para evitar aglomeraciones". Y muchos hacen caso ya que si no la cola sería insufrible: el 53% de los usuarios de metro, donde se producen 1.500.000 viajes al día, utilizan este tipo de billete mensual.

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