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Miles de hispanos marchan por las calles de Washington en demanda de sus derechos

Antonio Caño

Decenas de miles de norteamericanos de origen hispano marcharon ayer, Día de la Raza en EE UU, por las calles de Washington en demanda del poder que su abultada comunidad cree merecer, y de los derechos de los que se sienten privados. La marcha, la primera en la que los hispanos recorren las simbólicas avenidas sobre las que otras minorías en Estados Unidos hicieron historia en el pasado, trata de contrarrestar la ola anti-inmigrantes surgida en el país en los últimos años y de denunciar el perjuicio que el recorte decidido en los servicios públicos causa a los más pobres."Éste es el único medio por el que vamos a conseguir la cuota de poder que nos corresponde, tanto política como económicamente", declaró el organizador de la marcha, Juan José Gutiérrez, que preside una coordinadora donde están agrupadas las organizaciones más radicales y activas de la comunidad hispana en EE UU.

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Los participantes, en su mayoría de clases humildes y de origen mexicano y puertorriqueño, gritaron "¡Venceremos!" y "¡Latinos unidos jamás serán vencidos!" mientras desfilaban por un lateral de la Casa Blanca para reunirse en la explanada próxima al monumento a Washington. Cerca de ese lugar, el reverendo Martin Luther King pronunció hace tres décadas el célebre discurso I have a dream (Tengo un sueño), que impulsó el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos. También allí, hace justo un año, la comunidad negra reunió cerca de un millón de hombres en una de las mayores concentraciones de la historia de la capital norteamericana.

Los hispanos nunca habían hecho nada similar. Divididos por sus diferentes orígenes nacionales y por las diversas circunstancias de su integración en EE UU, los hispanos han sido incapaces hasta ahora de formar una fuerza política equivalente al 10% que representan entre la población de este país. Muchos de ellos, concentrados en la tarea de trabajar y ganar dinero para sus familias, se habían ausentado hasta ahora de la lucha por sus derechos.

Eso comenzó a cambiar a raíz de la aprobación en California de una ley que pretendía negar los servicios públicos a los inmigrantes ilegales. Más de 200.000 personas se manifestaron en Los Ángeles en 1994 en protesta por esa ley, que fue bloqueada por una decisión judicial. Desde ese momento, coincidiendo con el control del Congreso por el Partido Republicano, han sido aprobadas iniciativas legislativas que restringen el acceso de los hispanos a diversos programas públicos.

"Todo lo que nos han dado hasta ahora son migajas. A pesar de que nuestros hombres y mujeres trabajan duro, a veces en dos empleos, pagan sus impuestos y cumplen con sus obligaciones con el Estado", denunció Gutiérrez. Junto a Gutiérrez, desfilaron al frente de la marcha de ayer líderes sindicales, congresistas de origen hispano, algunas celebridades del mundo del espectáculo y Raúl Izaguirre, presidente de La Raza, la principal organización hispana.

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La Marcha, como es conocida, en español, por los medios de comunicación norteamericanos, es el resultado de vanos meses de esfuerzo para coordinar los intereses de grupos diversos. Al menos dos terceras partes de las personas reunidas en Washington viajaron durante días desde varios Estados del país para confluir en la capital.

Mexicanos, que sufren malas condiciones de trabajo en los ranchos californianos, y puertorriqueños, una de las comunidades más marginadas de ciudades como Nueva York, se dividieron el protagonismo de la concentración. Además de ellos, grupos de dominicanos y centroamericanos se hicieron presentes con banderas y cánticos. Colombianos, cubanos y suramericanos, que habitualmente han tenido más éxito en su integración económica en EE UU, tuvieron escasa presencia.

El problema de la inmigración ilegal es uno de los elementos más importantes de la campaña electoral en varios de los mayores Estados, como California, Tejas, Florida, Nueva York e Illinois.

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