PCE, en la pendiente
La historia difícilmente procede por saltos, pero tampoco se detiene. Es algo que conviene recordar cuando se evocan las consecuencias de la decisión adoptada en 1991 por el Partido Comunista de España de renunciar al su transformación y seguir en sus trece como tal partido, controlando a Izquierda Unida, como si nada hubiera cambiado tras el hundimiento del "socialismo real".Es cierto que no cabe seguir hablando de la construcción del socialismo, con la vista puesta de modo vergonzante en un sistema social que se presentaba como la alternativa radical al capitalismo. Tampoco son de recibo ya las menciones a la familia comunista, aunque se mantengan las relaciones cordiales con China, y sobre todo con la heroica defensa antiimperialista de Castro. Pero por lo demás el discurso ideológico ha logrado recomponerse, sobre un fondo de despropósitos e ignorancia,,, como si nada, hubiese pasado. El referente socialista se ha desvanecido, pero quedan en pie, de un lado, la alusión a que el comunismo, más que un sistema económico y político fracasado, es una aspiración de la humanidad a un orden justo, por el que hay que seguir luchando, y de otro, la imagen. apocalíptica de un capitalismo origen de todos los males que hay sobre la tierra. En su reciente: discurso, del mismo modo que el Padre Cádiz enumeraba a fines del XVIII ante un auditorio contrito los pecados cometidos en una noche, Anguita, pronóstica, que por culpa del capitalismo, el África Negra (síc),tardará cuarenta años en recuperar su nivel económico, de los años 70.
Una visión agustiniana de la historia y un profetísmo pedestre ocupan el lugar que con todos sus defectos correspondiera en el pasado al análisis marxista. Tampoco cabe proponer ya el horizonte dorado del País de los Soviets, así que los comunistas supervivientes tienen que acudir a un porvenir indeterminado, pero inevitable mente feliz, si se les hace caso. Es la vuelta a la infancia del socialismo utópico. La revista teórica, Nuestra Bandera adopta el título complementario de Utopías,con un simpático signo de interrogación en el lugar de la "i". Todos los problemas se presentan de cara al futuro, a, modo adanista del PP, invocando una confianza cuyo único soporte es el vigor de la oposición a las exigencias del presente.
Resulta por ello lógico que el PCE de Anguita y Frutos, dos hombres de lija perfectamente complementarios, vaya encerrándose cada vez más en un ghetto amurallado frente al exterior. Es una actitud que no les resulta costosa, dados los buenos resultados de la curiosa alianza donde un esquelético PCE pone los candidatos e IU recauda los votos suficientes para convertir en diputados a quienes componen el grupo dirigente del partido. De este modo, lo que hace cuatro años fue abstención ante Maastricht, es ahora oposición frontal, pues el cumplimiento del tratado entraña para ellos la clave de la hegemonía neoliberal y "antisocial". Los problemas de corrupción remiten a su vez a la enmienda a la totalidad, el supuesto vaciado del Estado social y nada menos que la constitución de una "mafia enquistada en el seno de los aparatos del Estado (que) sicilianiza la vida pública española".
Así las cosas, la inclusión el PCE en el área de consenso constitucional, concesión que nunca le gustó mucho a gente como Frutos, es puesta en tela de juicio. Y si el rey se extralimita, ¡viva la República! Puestos en fin a que no quede un plato sano, cruzada contra el pacto de pensiones y ofensiva consiguiente contra el reformismo imperante en CC OO. Todo ello en nombre de una profundización de la democracia pensada explícitamente siguiendo a Lenin, un maestro reconocido en lo que a democracia toca. A todas estas ideas les llama Anguita "creación alternativa". Creación, ¿de qué?
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