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FÚTBOL SEXTA JORNADA DE LIGA

La Real lleva al Athletic al precipicio

Los donostiarras fueron eficaces, aunque sin brillantez

Luis Fernández escribió un prólogo del derbi vasco cargado de ironía, casi un juego dialéctico convertido en una diversión sobre el significado futbolístico que se atribuye a jugar con las tripas. En definitiva, un ejercicio barroco impropio de un autor que presume de realismo mágico. El Athletic y su técnico, impresionados por el espíritu del derbi, sacrificaron sus virtudes y se ofuscaron en un atasco monumental del que les sacó la Real Sociedad en un par de volantazos para conducirles al precipicio. El oficio resultó más práctico que el barroquismo.La Real Sociedad asumió el derbi de forma convencional. Primero resistir, después correr y si es posible rematar. Todo lo hizo con orden, sin brillantez ninguna pero con eficacia casi total. El Athletic salió con el pie cambiado porque Luis Fernández dispuso una banda derecha que era una invitación al suicidio. óscar Vales y Larrainzar ejercían de defensores realistas y de paso amargaban la existencia a Guerrero y Urrutia. Su monopolio del partido conducía inevitablemente al desierto futbolístico. De un plumazo el Athletic había desarmado su esqueleto ofreciendo una imagen paupérrima. Cuando interiorizó su miedo, y fue consciente de su ineptitud, la Real Sociedad le había colado dos goles jugando al paso, a un ritmo cansino y lo que es peor sin aparente esfuerzo. Craioveanu y De Paula demostraron que hacerle gol al Athletic resulta demasiado sencillo: su inmadurez es tan rotunda que le lleva incluso a prescindir de Guerrero, a marginarle cuando no a condenarle a una labor de zapa impropia de su rango e inútil para el juego del equipo.

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Desprovisto el Athletic de jerarquía, con Etxeberría en el banquillo y la Real Sociedad asentada en su terreno, el conjunto bilbaíno se acomodó en el naufragio hasta que Guerrero en dos acciones modificó el rumbo. Un saque de esquina se tradujo en el primer gol y un libre directo recuperó el aliento. Pero el Athletic estaba muerto de antemano, más aún cuando Urrutia enfiló el camino de los vestuarios víctima de una doble amonestación.

El Athletic, durante la segunda mitad, caminó en barrena. Guerrero se quedó sin ayudantes y en eso llegó el tercer gol donostiarra, el típico gol que se puede ver en San Mamés. De Pedro, con inteligencia, rompió la línea defensiva del Athletic y habilitó a Idiakez para que marcara a placer.

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