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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pozo sin fondos

EL PRESUPUESTO de RTVE para 1997 presentado por la directora general, Mónica Ridruejo, y aprobado ayer por el Consejo de Administración -con la oposición de los cuatro representantes socialistas-, resulta a todas luces un despropósito: 157.000 millones de pesetas de aportación del Estado a los que hay que sumar pérdidas anticipadas de 120.000 millones, 20.000 millones más que este año. Es decir, que eso que se viene a llamar televisión gratuita, a pesar de la publicidad, costará, incluyendo el déficit previsto, más de 21.000 pesetas por hogar español en 1997. Mas allá de la solución financiera de la deuda acumulada en los últimos años por el Ente, no se apunta un cambio de modelo de televisión pública, -más necesario que nunca.¿En qué medida avalará el Gobierno hoy esta propuesta al aprobar lo -que se espera como un proyecto sumamente restrictivo de Presupuestos Generales del Estado? La incomodidad del vicepresidente Rato al abordar el miércoles esta espinosa cuestión con el grupo parlamentario del PP refleja imposiciones políticas antes que sensatez económica; algo especialmente sorprendente en un Gobierno que llegó al poder con la promesa de sanear las cuentas de una RTVE a la que ahora anuncia como: "el primer grupo de comunicación de España"- Y es el primero: en deudas.

Con este presupuesto, los actuales gestores de RTVE- no apuestan ni. por la mejora de contenidos, ni por el reforzamiento profesional de la televisión estatal. Los gastos de personal, con una plantilla de diez mil trabajadores, aumentan en un 4%, cuando el conjunto de empleados de las, administraciones públicas ve congeladas sus remuneraciones. Rigor que no parece aplicarse a los altos cargos del Ente, cuyo sueldo silencia Ridruejo.

Aumentan los gastos, en particular las compras, pero se reducen los ingresos por -publicidad, previendo incluso la posibilidad de que haya una bajada de audiencia: de cuatro- puntos, lo que significaría la pérdida del liderazgo. Ello implicaría a su vez un retroceso de ingresos más que proporcional porque los anunciantes priman al medio que, en cada sector -prensa, radio, televisión-, ocupa la primera plaza. Por otra parte, la aventura de la plataforma de televisión digital, independientemente de otras consideraciones, no es una solución para los problemas de TVE, y costará dinero. De momento, entre inversiones y costes, 33.000 millones en 1997.

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Ésta hubiera sido una buena ocasión para definir un modelo de televisión estatal que resultara financieramente sostenible. Una vez más, se va a desaprovechar. Una vez más, pues ante unos problemas de RTVE que empezaron con la pérdida de su monopolio tras la aparición de las cadenas autonómicas, primero, y las privadas, después, los Gobiernos socialistas se acogieron al fácil recurso del endeudamiento de RTVE. La paciente no sólo no se curó, sino que su estado se agravó. Lo que ahora obliga al Estado a hacer frente a una deuda acumulada de más de 260.000 millones.

La televisión pública, en este caso la estatal, es un servicio necesario en todo país, como ha venido a recordarlo una reciente resolución del Parlamento Europeo. En este texto se encuentran valiosos elementos definitorios de lo que debe buscar y ofrecer una buena televisión pública: calidad, obras originales, fomento de conocimiento y de valores de convivencia e información imparcial, entre otras. Sobre esta base, la televisión -y la radio- públicas deben buscar en España un perfil propio, pero a la fuerza más barato.

Ridruejo promete, gastando más, una programación más exigente, argumento que, ante este presupuesto, carece de credibilidad. Se requieren soluciones que pasan necesariamente por adelgazar ese monstruo carísimo en que se ha convertido RTVE. Hay que poner un fondo a este pozo de millones.

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