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1.000 firmas contra una carretera que 'roba' la Casa de Campo a un barrio

Antonio Jiménez Barca

Al menos 1.000 vecinos del barrio de Campamento (distrito de Latina) rechazan el proyecto municipal -recogido en el Plan de Urbanismo- de construir una variante de la carretera de Boadilla a su paso por el barrio. La nueva carretera, de 35 metros de ancho y un kilómetro de largo, separaría el barrio de la Casa de Campo y rozaría una esquina del parque. La Asociación de Vecinos de Campamento ha tardado sólo tres días en recoger las 1.000 firmas contra la propuesta.

Los representantes vecinales acudieron ayer a la Junta de Latina para entregar las alegaciones. Antonio Rodríguez, presidente de la Asociación de Vecinos de Los Álamos y uno de los cabecillas de la protesta, está convencido de que el proyecto de la nueva carretera ahogaría aún mas a un barrio que ahora ya se encuentra rodeado por dos autopistas.La salida natural del vecindario para pasear es acudir a la Casa de Campo, y la nueva carretera lo pone en peligro: "La nueva carretera, por un lado, nos separaría de la Casa de Campo, y, por otro, entraría en el parque, y eso es inadmisible", cuenta Rodriguez.

La carretera diseñada es un desdoblamiento de la actual ruta hacia Boadilla a su paso por el barrio de Campamento, donde sólo tiene dos carriles. Por su parte, por la nueva vía propuesta en el Plan General podrían circular tres coches en cada sentido.

Sólo una idea

Antonio Moreno,- concejal presidente de Latina, del PP, especificó ayer que la propuesta recogida en el Plan General es sólo una idea que no tiene ni fecha ni presupuesto, que ni siquiera ha sido aprobada todavía. Moreno, además, afirma que hay que estudiar la viabilidad de construir esa carretera, pero bajo tierra, a fin de que no afecte a la Casa de Campo. El edil popular piensa que "la idea" responde a un plan más ambicioso de los técnicos del Plan General: un hipotético cierre a los coches de la Casa de Campo que necesitaría otras alternativas al tráfico."Lo que quiero dejar claro es que a mí me parece muy bien que los vecinos aleguen. Están en su perfecto derecho", añadió Moreno.Pero todo esto no convence a los vecinos, que sienten muy suyo el pedazo de terreno por el que planea la idea de la nueva carretera. En concreto, una de las esquinas de la Casa de Campo, por donde discurre el arroyo Meaques.

Los jubilados acuden ahí. a soltar peces y cangrejos para verlos crecer; los jóvenes salen con la bicicleta; por la mañana, las señoras de unos cincuenta años andan un par de horas todas juntas por la zona. Manuela Izaguirre, de 58 años, es una de ellas. Además de la caminata matinal, baja todos los días a pasear su perro.

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No tiene más que andar una cincuentena de metros para entrar en una de las zonas más boscosas y arboladas de la Casa de Campo, donde anidan cucos, cotorras y alguna que otra lechuza.

"Porque ésa es otra", dice Francisco González Crespo, de la plataforma Salvemos la Casa de Campo: "El trozo afectado por la carretera no será muy grande, pero sí de alta calidad". Y lo explica: "El arroyo Meaques humidifica toda esta porción del parque, por eso hay más árboles aquí y más césped. Si se construyera la carretera, se tendría que canalizar el arroyo y se estrangularía la1legada de agua".

Antonio Rodríguez, el presidente de la asociación de vecinos, no se ría de las promesas de los políticos: "Muchas veces nos han dicho que esta carretera no se va a hacer, pero nunca la quitan del Plan General; hasta que no la retiren no vamos a parar de movernos", afirma. El lunes acudirán a manifestarse la la junta del distrito para protestar otra vez.

Este periódico intentó ayer, sin éxito, hablar con el concejal de Urbanismo y máximo responsable del Plan General, Ignacio del Río.

Julián Rebollo, concejal de IU, que acompañó ayer a los vecinos a la entrega de las alegaciones, calificó la idea de la carretera como de "salvajada". "Así es la sensibilidad del PP, pero no vamos a consentir que se toque la Casa de Campo", Añadió

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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