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Congresistas republicanos intentan evitar que los hijos de ilegales vayan a la escuela

La eliminación de uno de los capítulos más duros de la nueva Ley de Inmigración de EE UU, el que impedía el acceso de los hijos de los emigrantes ilegales al sistema de educación pública, desbloqueó ayer un debate de meses en el seno del Partido Republicano y facilitó que la legislación se apruebe en las dos Cámaras. Pero la reforma de la ley de inmigración endurece la actual normativa y complica la vida y el trabajo de los extranjeros en EE UU.La ley, que ayer aprobó la Cámara de Representantes por 305 votos a favor (incluidos más de 70 demócratas) y 123 en contra, y está aún pendiente de la votación en el Senado, refuerza el control fronterizo con 5.000 nuevos agentes, endurece las penas contra los responsables de la entrada de ilegales y acelera los trámites de deportación de los detenidos, impide que los inmigrantes sin papeles se beneficien de ayudas oficiales, facilita el control informático de las demandas de empleo por parte de extranjeros y refuerza la vigilancia. sobre los norteamericanos que les contratan.

Sin embargo, la medida sobre el acceso al sistema escolar fue votada aparte a propuesta de congresistas republicanos de Tejas y California, y recibió el apoyo de 254 votos frente a 175 en contra. Los senadores moderados republicanos han anunciado que no votarán esta medida contra los hijos de inmigrantes ilegales.

Congresistas demócratas, asociaciones de inmigrantes y grupos de derechos humanos creen que la ley favorece las discriminaciones, elimina derechos constitucionales y restringe el asilo, impide que los inmigrantes legales traigan a sus familiares a EE UU y viola disposiciones relacionadas con el medio ambiente al permitir la construcción de carreteras y verjas a lo largo de las fronteras.

El acuerdo para sacar de la ley la disposición sobre las escuelas coloca al presidente ante una complicada decisión. Bill Clinton había amenazado con vetar la ley si incluía la desescolarización de los ilegales. Pero hay otros apartados de la ley en los que la Casa Blanca desea modificaciones. El telón de fondo de las dudas de Clinton y de la presión de los republicanos está determinado por las elecciones. Si el presidente firma la ley de inmigración, disgustará a buena parte de los demócratas, ya soliviantados por el exceso de moderación del presidente.

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