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Tribuna
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'Bwana'

La noticia de que la policía de Guinea-Bissau ha matado a uno de los 103 inmigrantes africanos narcotiza dos y expulsados de España a finales de junio, sirve de trágico pórtico al in minente estreno de Bwana, la última película de Imanol Uribe, que ayer se presentó en el Festival Interna cional de Cine de San Sebastián, dentro de la competición oficial. So lemos quejarnos de que nuestro cine no aborda la vida que nos vive, ni el país que nos desgasta, ni el momento que nos aborda: no es el caso del cine de Uribe, que ya en la estupenda Días contados se acercó a la realidad de la calle. Bwana posee este mérito -su actualidad, su compromiso-, entre muchos otros. Lo mejor de Imanol Uribe es su capacidad para contar historias mediante imágenes y sin perderse en panfletos. Bwana, que es una comedia -estoy de acuerdo con mi amigo Carlos Boyero cuando dice que se parece a aquellas magníficas comedias italianas de los Monicelli, Risi o Comencini-, habla de personas corrientes metidas en situaciones extraordinarias. De un taxista (excelente Andrés Pajares, como siempre que encuentra un papel a la medida de su talento) como los que encontramos en la calle, de su mujer (sublime María Barranco, en clave Anna Magnani) y de sus dos hijos. Embarcados en un fin de semana que se promete placentero, acaban acosados por las pesadillas de este ahora y este rincón del mundo: el neonazismo, la violencia, el racismo, y la forma en que cada cual reaccionamos ante ello.

Hay algo muy hermoso, también, en Bwana: el tratamiento respetuoso y poético del inmigrante de patera (revelación de Emilio Buale, español de origen guineano-ecuatorial que hasta ahora era bombero) y de la cultura que, con él, cruza el Estrecho.

No se la pierdan: hace reír, llorar y pensar.

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