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Juicio a un reportero aleman que inventaba reportajes escandalosos para television

Born usaba amigos para sus 'exclusivas'

El reportero alemán Michael Born está siendo juzgado en Coblenza (Alemania) por la venta de al menos 21 reportajes sensacionalistas a las cadenas de televisión más prestigiosas de Alemanía y Suiza. Los delitos por los que Born comparece ante el tribunal abarcan un amplio espectro del código pena¡: desde estafa a tenencia ¡lícita de armas, torturas a animales, injurias, daños, incitación al odio racial, simulación de delito, falsificación de documentos. Ni siquiera su carné de conducir era auténtico.Los reportajes de Bom eran siempre de apasionante actualidad:, tráfico de drogas, contrabando de refugiados, luchas en la frontera entre Grecia y Albania, trabajo de niños en países del Tercer Mundo, fabricación de bombas para atentados en Turquía de los kurdos marxista-leninistas del PKK, concentraciones de neonazis alemanes con antorchas y capuchas del Ku-KluxKlan. En su lucha por incrementar sus cuotas de audiencia las cadenas compraban a Born sin el menor reparo.

Hasta que todo estalló y se descubrió que los reportajes estaban trucados de principio a fin y sólo eran mascaradas, producto de la fantasía y habilidad de este osado reportero y un grupo de amigos contratados como extras.

Born nació y creció en Lahnstein. A duras penas consiguió el bachillerato elemental. Tras el fracaso escolar, deambuló por conjuntos musicales y en el pueblo le pusieron el mote de El fracaso. Su madre regentaba un negocio de venta de animales domésticos y allí Born ya hacía de las suyas al vender papagayos presuntamente domesticados a clientes. Les cortaba unas plumas y el comprador se iba confiado en la doma. Sólo era un anticipo de su posterior carrera periodística. Se casó tres veces y arruinó, como era de prever, el negocio de su madre.

De 38 años de edad, Born descubrió el periodismo con la aparición de las televisiones privadas. Ante la demanda de temas cada vez más audaces no dudó en inventarse historias y fabricarlas en casa a base de extras. Cuando las cadenas le llamaban a, su pueblo, la madre respondía que se había ido a filmar a África o al Oriente Medio.

De hecho, llegó a frecuentar la región, allí se convirtió al islamismo e incluso consiguió una entrevista con el líder palestino Yasir Arafat, pero no fue capaz de articular pregunta razonable y ninguna cadena compró la entrevista. Eso si, la imagen de Born con Arafat le servía para darse importancia ante los clientes.

Con un grupo de niños simuló el trabajo. de tejer tapices para poner de manifiesto la crueldad del trabajo infantil en Pakistán. En Grecia filmó al padre de un amigo griego que patrullaba con una escopeta en una zona fronteriza con Albania. Born hizo que el buen señor disparase contra presuntos invasores albanos y al día siguiente llenó el suelo con salsa de tomate para filmar las huellas de sangre en el suelo.

Historias de neonazis

Lo que le ha llevado al banquillo es su historia de neonazis. Born preparó un reportaje a base de neonazís que quemaban cruces y se vestían de Ku-Klux-Klan, mientras proferían salvajadas xenófobas y antisemitas. La Fiscalía intervino al ver la película en la televisión y citó a Born como testigo. Ante la policía el reportero se lió en contradicciones sobre los neonazis y sembró sospechas que llevaron a estudiar otros trabajos suyos.. Un experto descubrió que la voz del neonazi que hablaba bajo la capucha era la misma que la de otras personas que aparecían en otras películas. Demasiada coincidencia que el neonazi, el narcotraficante y el fábricante de bombas kurdo fuesen la misma persona.

Ahora Born espera su proceso y se defiende a base de acusar a sus clientes. "Les hubiera vendido el. aterrizaje en Marte", dice, y parece que no le falta razón. Más de uno se pregunta si en el banquillo no tendrían que sentarse junto a Born y sus cómplices aquellos que con tanta ligereza compraron sus reportajes.

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