Una luz al final del túnel venezolano
El plan de estabilización, puesto en marcha por el presidente Caldera en abril, empieza a dar resultados
ENVIADO ESPECIALEn días previos al pasado 15 de abril, acudió a Venezuela un buen número de corresponsales extranjeros tendiendo que el severo ajuste dispuesto por el Gobierno desencadenase un levantamiento popular semejante al registrado en febrero de 1989, fecha del cruento estallido de Caracas contra las medidas neoliberales del entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Tras dos años y medio de presidir una Administración acusada de estatismo y asestar palos de ciego 'en el manejo de la crisis nacional, Rafael Caldera anunció aquel día alzas de casi el 600% en el precio de la gasolina, aumentos impositivos de hasta un 16,5%, disposiciones que afectaban a la mayoría de los 20 millones de ve nezolanos, y la liberalización de los controles de cambio y precios establecidos en 1994 para tratar de atajar los efectos de una crisis financiera que tumbó la mitad de los bancos, desangró las arcas públicas, y colocó al país contra las cuerdas.
Los cuerpos de seguridad fueron alertados la jornada del; anuncio. Nada ocurrió y el Ejecutivo pudo acometer entonces el desarrollo del programa de estabilización económica más serio y prometedor de todos los ensayados durante el segundo mandato del veterano jefe de Gobierno latinoamericano, quien comienza el lunes una visita oficial a España. Los problemas de fondo permanecen, entre ellos la existencia de una justicia amarrada al clientelismo político y la corrupción, y el lastre de casi un millón de funcionarios, sin alternativa laboral de ser despedidos.Cambios radicales
Cualquier reforma de las estructuras e instituciones del Estado necesitará de tiempo, amplios acuerdos legislativos, y vencer la tenaz resistencias de quienes, cerca de 200 fugitivos de la justicia en Miami o Europa con miles de millones de dólares malhabidos, perderían la impunidad en el delito, prebendas y su gran influencia política o económica. El analista Miguel Ron sostiene que Caldera, al no tener el respaldo de los dos grandes partidos tradicionales, "no puede salvar duraderamente a la república, porque no puede realizar los cambios radicales necesarios".
Pero al menos la libre convertibilidad de la moneda y las medidas de abril, cuyos resultados finales están por verse, significan una luz al final del túnel al haber conseguido revertir a corto plazo el negativo curso de un país, con unos 28.000 millones de dólares de deuda externa (3,5 billones de pesetas), 15.000 millones de dólares de ingresos petroleros anuales, abundantes recursos privatizables, saqueo del dinero público y barbaridades históricas, con el 80% de su población sufriendo pobreza en áreas urbanas, el 40% extrema, según la Oficina Central de Estadísticas e Informática. El ministro de la Familia, Carlos Altimari, revela otro índice tremendo: casi dos millones y medio de jóvenes de 14 a 20 años, de un total de cuatro millones, ni estudian, ni trabajan. No sorprende pues, el alto índice de delincuencia juvenil. "Este programa de ajuste ha sido llevado adelante con una estabilidad política que ha sorprendido a propios y extraños", admite en su despacho el ministro de Cordiplan, Teodoro Petkoff, para quien la Agenda Venezuela avanza satisfactoriamente, la inflación se reduce aunque aúnes alta, aproximadamente un 90% a final de año, y el PIB prosperará cuatro puntos en 1997 después dé años de crecimiento negativo, incluido éste, con cuatro puntos bajo cero.
Petkoff, de 64 años, jefe guerrillero en la década de los sesenta y miembro del Gabinete de Caldera desde abril, a quien se cita como presidenciable, explica por qué esta nación se mantuvo estable y Caracas no ardió el día en que sus tres millones de habitantes conocieron la envergadura del ajuste, refrendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) después de nueve meses de negociaciones. "Para mí la clave del asunto es ésta: el Gobiemo ha manejado de un modo muy diestro la aplicación del programa, ya que el diálogo con la sociedad ha sido permanente. Explicó cada paso- que fue dando sin engañar sobre la situación del país y de los efectos que cabía esperar de la dureza de las medidas". Según otras fuentes, el recuerdo de la brutal represión del caracazo ha tenido en la población un efecto disuasivo.
Con el paso del tiempo, el agotamiento del modelo económico tradicional, perniciosamente subordinado a la renta petrolera, y la sucesión de planes fracasados, la situación empeoró. Venezuela sufrió un retroceso en el ingreso real hasta los niveles de 1968, y las duras verdades anunciadas por el Ejecutivo de Caldera no garantizaban la aceptación del ajuste sin protestas. Preocupado por sus efectos entre los sectores más vulnerables, y habiendo recuperado el país reservas por 12.000 millones de dólares, se ejecutan desde hace cinco meses programas sociales compensatorios, de un año de duración. Para evitar una subida de precios derivada del alza de la gasolina, se subsidió el transporte público.El aumento de las pensiones pretende beneficiar a 250.000 ancianos, en tanto que numerosas bodegas de barrio y mercadillos asociados con cooperativas rebajan un 40% sus precios.
La retirada de los controles de cambio y precios había sido reclamada insistentemente por viajeros, inversores y hombres de negocios. Y después de muchos años de calamidades, llegaron buenas noticias: la tensión en el golfo Pérsico aportará al país unos mil millones de dólares más de los previstos en ingresos petroleros. Mientras tanto, el déficit fiscal, según datos oficiales puestos en cuarentena por observadores privados, bajará este, año de ocho puntos del PIB a tres, y el año próximo hasta uno y medio. Caldera navega aún por aguas turbulentas, pero logró superar una tempestad intensa y los vientos que amenazaban la estabilidad del petrolero venezolano a su mando, que continúa viaje tratando de cerrar la gran vía de agua abierta en su línea de flotación por los muchos años de desmanes y torpezas.
Privatizarlo todo
La reestructuración del Estado, pretendida por el Gobierno para soltar peso, íncluye un ambicioso programa de privatizaciones, cuya ejecución presenta serios obstáculos. La inseguridad jurídica venezolana frena la inversión. Estados Unidos, que compra casi el 65% del petróleo exportado, desembarcó en la industria del crudo con la firma de millonarios acuerdos. La española Repsol quedó fuera en apertura petrolera al no igualar, en un desempate de subasta, la oferta de Mobil. En noviembre sale a subasta el 49% de las acciones de la compañía telefónica nacional, después el sector del aluminio, y en el primer trimestre del año próximo, la planta de acero de la siderurgia del Orinoco. Luego, Banco de Venezuela, Banco Consolidado, Banco de la República, Banco Tequendama y Banco Latino.El primer intento de privatizar el Banco de Venezuela fracasó al imponerse quienes no quieren su venta: según el Gobierno, sus antiguos propietarios, prófugos desde la crisis del sector financiero de 1994. Quienes acudieron a la subasta llegaron al convencimiento de que en lugar de un banco compraban problemas. En enero de aquel año, el Fondo de Garantía de Depósito y Protección Bancaria (F0GADE) cerró temporalmente el Banco Latino; los depositantes dudaron de la solvencia de otros, y en un intento de mantener la liquidez, FOGADE asistió a otros ocho bancos más con más de 4.000 millones de dólares. La recapitalización del Banco Latino supuso un desembolso de 2.600 millones de dólares adicionales. La fuga de capitales fue masiva y el presidente Caldera estrenó su segundo Gobierno con una crisis que redujo a niveles preocupantes las reservas en dólares y determinó toda su gestión.
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