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FÚTBOL CUARTA JORNADA DE LIGA

El Atlético se pasea en Las Gaunas

El conjunto de Antic despeja dudas y realiza un excelente partido frente al Logroñés

Santiago Segurola

Con el mismo discurso que le hizo campeón, el Atlético pasó con autoridad y goles por Logroño. Hubo una diferencia sideral entre los dos equipos. Uno despejó dudas y reclamó su condición de favorito en la Liga. El otro tuvo el aspecto depauperado de los condenados. El encuentro. le resultó sencillísimo al Atlético, que primero apretó, luego jugó y finalmente descansó.Hay partidos que salen marcados, como éste. Se produce un acuerdo tácito que se cumple sin reservas por los protagonistas. Un equipo ataca y otro especula con el contragolpe. Durante todo el encuentro, incluso cuando el resultado debió cambiar los papeles de cada equipo, el Atlético tuvo la vara de mando. y el Logroñes se resignó a la lejana posibilidad de cazar algún gol por sorpresa. En estas condiciones, el único problema del Atlético sólo podía nacer del Atlético, de algún error, de un golpe desafortunado, de alguna imprevisión defensiva. Pero por autoridad y por jugadores, el. Atlético estuvo a salvo durante todo el partido.

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El Atlético no se sintió incomodado por las dos últimas derrotas. No perdió sus señas de identidad, ni sufrió de ansiedad. Salió el mismo Atlético de siempre, con la línea defensiva muy adelantada, con los centrocampistas metidos en el campo adversario, con un juego dinámico y con firmeza en la presión. Durante la primera media hora, le faltó manejo y su fútbol se volvió demasiado directo. Pero tampoco es una novedad en el Atlético, un equipo que procura imponer su estilo de forma machacona. Tiró de balón largo hasta que encontró el gol de Bejbl, un tanto a la manera que quiere Antic: un pelotazo hacia la línea del área, el balón que sale dividido, la llegada poderosa de Bejbl desde el medio campo, la intercepción y el remate. El resto lo hizo la fortuna. El tiro golpeó en Clotet y describió una parábola suficiente para batir a Cedrún. El gol fue el punto sin retorno del partido. Hasta entonces, el Logroñés había confiado en la suerte y en la velocidad de Morales. Luego no quedó otra cosa que un equipo algarete.

La insistencia del Atlético le llevó hasta el gol. La insistencia y el espléndido partido de Bejbl, que realizó con propiedad todas las labores del medio centro. Mejor aún, del medio centro que pretende Antic: un jugador ordenado, sencillo en la distribución, con un buen instinto defensivo y con intuición para recuperar el balón. Bejbl sostuvo el andamio en la primera media hora y salió recompensado con el gol.

Con la ventaja, el Atlético tuvo dos virtudes: siguió en lo suyo, con la misma determinación en su juego, y encontró el concurso de Kiko y Pantic, que hasta entonces habían pasado desapercibidos en medio de un juego poco masticado. El Atlético no resignó ninguno de Sus principios tras el gol de Bjebl. Si cabe, acentuó su perfil de equipo afilado y autoritario. La defensa no dio un paso atrás y la presión se hizo más sofocante. Y también mejoró el uso del balón. Sumados todos los factores, el Atlético sacó definitivamente al Logroñés del encuentro. El juego corrió en una sola dirección: hacia la portería de Cedrún.

Las apariciones de Kiko y Pantic fueron decisivas. El Logroñés se encontró sin respuesta para detener a los dos jugadores del Atlético. Especialmente a Kiko. A estas alturas, resulta difícil discutirle su condición como primer jugador del fútbol español. Kiko tiene la clase, los recursos y la madurez de los grandes futbolistas. Su participación en el Atlético es necesaria para un equipo que cambia de registro con Kiko, que añade el ingenio y la sorpresa a un equipo combatiente y directo. Y si no, ahí está el segundo gol del Atlético, un invento de Kiko que aprovechó Esnáider sin dudar.

Con una ventaja sustancial y con una superioridad descarada, el Atlético pasó por el segundo tiempo sin otros apuros que tres intentos de Manel en el área. Pero Manel es eso que se llama un ariete, un tipo grandón, poderoso en el juego alto, con un pie poco fiable. En Inglaterra todavía hacen fortuna esta clase de delanteros, pero en España parecen como sacados de una película antigua. Bien, Manel falló todas sus oportunidades (un intentó de volea y dos mano a mano con Molina) y aligeró cualquier problema al Atlético, que se dio un paseo, sin otro interés que salir con salud -Kiko, Pantic y Toni fueron resguardados para el próximo partido en Europa- y añadir algún gol, como el de Kiko, que metió el pie con picardía y con displicencia en aquel remate de Aguilera. Un gol sin despeinarse. Más o menos lo que hizo el Atlético en Logroño.

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