_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ya gobiernan

En otros asuntos vacilan, pero en lo importante van directos al grano. Al plexo solar, van directos. El jefe, después de inyectar a un grupo de negros, dijo mientras se lavaba, por la higiene, las manos: "Había un problema y se ha solucionado". Inmediatamente, los tenientillos organizaron redadas de negros en los municipios donde ejercen por delegación la autoridad. En Sitges, donde hacen un Corpus de flores, que no de sangre, un tal Deó, concejal del Partido Popular, se alzó hace algunos días hasta el estrellato: "Hay que controlar a los maricones". Bien: Deó dijo homosexuales, para no molestar. Anteanoche, cuatro valientes controlaron la entrada en el hospital de uno de esos desviados. Eso fue unas pocas horas antes de que Enrique Lacalle, que representa al PP en un consorcio público catalán, el Consorcio de la Zona Franca, y que siempre pareció de todo menos un mal hombre, dijera sobre Vidal-Quadras y sus seguidores, no sé si en ámbito académico: "Es gente a extinguir de la vida política y de la vida en general". Se espera alguna novedad -del dicho al hecho- para los próximos días.

Melancólico, próximo al derrumbe, extiendo mi pasado bajo las lluvias del otoño y un inmediato brote de hongos afirma mis sospechas más crueles. Ciento cuarenta y un días de gobierno han bastado. Otra vez a defender a las chicas (por cierto: sepan que Pujol dialoga con el Papa sobre sus úteros). A los arbolitos amenazados. A los maricones. A los negros. A Vidal-Quadras. Teníamos las minorías en su sitio. Tan en un sitio, que una poquita de crítica irónica -sobre su impudor, sobre su victimismo, sobre su afán prosélito, sobre su vanidad- se revelaba al cabo como una estrategia sutil para contribuir a su salud y a la nuestra. Pero se acabó: vuelve la brocha gorda.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_