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Juppé logra un presupuesto que cumple los requisitos para la unión monetaria

Enric González

El Gobierno francés cerró ayer los Presupuestos para 1997. "Austeridad y relanzamiento de la economía" fueron los términos con que el ministro del Presupuesto, Alain Lamassoure, definió el proyecto de ley. Conciliar la aparente contradicción entre austeridad y relanzamiento fue sólo uno de los ejercicios de funambulismo macroeconómico efectuados por el Ejecutivo de Alain Juppé.

Lo más notable resultó alcanzar, al menos sobre el papel, los objetivos sobre déficit fijados en Maastricht, sin apenas reducir realmente el desequilibrio financiero: una truculenta operación contable con France Télécom debería permitir cerrar el ejercicio de 1997 con un déficit del 2,9%. El auténtico saneamiento queda aplazado. Los mercados financieros se mostraron escépticos y el franco bajó ligeramente."El crecimiento, la prosperidad económica, dependen de la psicología", afirmó anoche el ministro de Finanzas, Jean Arthuis. El factor psicológico pesó mucho, efectivamente, en la confección del. presupuesto para el año próximo. Hacía falta poder anunciar que las cuentas públicas francesas estaban entre las mejores de la Unión Europea y, para ello, había que situar el déficit presupuestario por debajo del 3% del producto interior bruto (PIB), de acuerdo con los criterios para la unión monetaria. Se alcanzó el objetivo. El déficit debería reducirse, en un año, desde el actual 3,4% hasta el 2,9%. Sin embargo, el desequilibrio entre ingresos y gastos sólo bajará 4.300 millones de francos, desde 288.000 millones hasta 283.700 millones.

Si el déficit baja, pero el desequilibrio permanece, hay truco en alguna parte. El truco está en los 37.500 millones de francos (casi un billón de pesetas) que France Télécom pagará al Estado antes de ser privatizada, para que la Seguridad Social asegure unas pensiones ventajosas a los actuales trabajadores de la compañía telefónica cuando dejen de ser funcionarios y pasen a ser empleados del sector privado. Sin ningún reparo, el Gobierno dedicará esa suma a rebajar su necesidad de endeudamiento. "Es atípico, pero legal", se defendió el ministro Arthuis ante las preguntas de los periodistas.

Alain Juppé había prometido congelar el gasto al nivel de 1996 y ha cumplido. Ha ido incluso más allá, reduciendo el gasto en 50.000 millones gracias al descenso de los tipos de interés, la supresión de 6.000 puestos de trabajo en la Administración y el recorte en las ayudas al empleo. Pero el déficit, que tenía que reducirse en 248.000 millones, ha bajado sólo 4.300 millones. La recesión, que reduce los ingresos fiscales, y el miedo a una tormenta social como la del pasado mes, de diciembre, han impedido ir más le jos y han obligado a Juppé a realizar la maniobra contable de France Télécom.

Para animar un poco la actividad económica y aliviar la extraordinaria depresión anímica de la sociedad francesa, que lleva años apretándose el cinturón sin ver otro resultado que una creciente estrechez, el presidente Jacques Chirac anunció una reducción de impuestos. Juppé, a regañadientes, se ha visto obligado a ponerla en práctica. El impuesto sobre la renta será globalmente aligerado en 25.000 millones de francos en 1997, y en 50.000 millones más durante los cuatro años siguientes.

El regalo fiscal no es gran cosa, teniendo en cuenta que el mismo Juppé aumentó los impuestos de todo tipo en 200.000 millones en su primer año como primer ministro, y aún menos si se tiene en cuenta que suben las tasas sobre el alcohol y el tabaco y que aumenta en un 1% la Contribución Social Generalizada que grava los salarios.

Los mercados financieros acogieron con escepticismo el presupuesto francés. El cambio del franco empeoró ligeramente respecto al marco y la Bolsa de París bajó de forma moderada, aunque los inversores monetarios, que conocían de antemano las ya muy difundidas líneas maestras del texto presupuestario, no se mostraron en desacuerdo con ellas.

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