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El día que no existió

Jamás un hecho ficticio hizo correr tanta letra e imágenes como las peripecias de Umberto Bossi han suscitado en las últimas horas. Es, por muchos motivos, la crónica del día que no existió. No existe la entidad nacional diseñada por la Liga Norte como Padania y no hay un nuevo Estado independiente en Europa. Tampoco Bossi ha hecho la marcha. por el Po que comenzó con tanto preludio ritual y fórmulas sagradas, porque el líder nordista se ha limitado a tocar media docena de puntos y siempre a partir de las 13.00 horas, ya que no suele amanecer antes del mediodía ni para declarar la independencia. Ha cancelado puntualmente todas las visitas anunciadas para antes de esa hora.Ni siquiera ha habido un hecho de masas capaz de conmover a la opinión pública, porque la participación final en las manifestaciones de Bossi ha sido inferior a las que registraron otras concentraciones de la propia Liga en su solar histórico de Pontida. Una conclusión obligada de lo ocurrido es que los italianos quieren saber poco de separatismo. Bastantes de los que han asistido a estas manifestaciones no comparten necesariamente esa propuesta.

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"Se pide siempre mucho, para obtener bastante menos. Así es el comercio", precisa un hombre vestido con la camisa verde de los servicios de seguridad de la Liga Norte, el embrión de la Guardia Nacional prometida por la nueva constitución padana, que, más que con el independentismo, comulga con el nacionaleconomicismo que Bossi propaga.

La gente está acostumbrada a que el líder lombardo abuse de ese viejo juego político de alzar la apuesta, y desdramatiza las cosas. Pero es un hecho que el separatismo empieza a dividir a los ciudadanos del norte de Italia, y a crear rencillas.

Marginal y anecdótico

En Venecia, ayer, no hubo gestos masivos de rechazo, porque la misma presencia de los seguidores de Bossi resultó marginal y anecdótica en casi toda la ciudad, atestada de turistas. Pero enfrente mismo de la tribuna donde fue proclamada la independencia el titular de una casa ondeó la bandera italiana, y aguantó sin perturbarse que los manifestantes le llamaran "tonto" y 'fascista". Otros vecinos del barrio habían colgado a secar filas de prendas verdes, blancas y rojas, ordenadas como la tricolor italiana. Algunos jóvenes que paseaban por la zona oponían, entre dientes, un "¡Viva Italia unida!", al "¡Forza Padania independiente!" que salía de los altavoces, con una musiquilla.Todo ello hace que la falta de apoyo popular a la marcha del Po no se salde con un fracaso simple para Bossi, sobre todo si se tiene en cuenta el enorme impacto que ha tenido como propaganda.

Bossi seguirá dando guerra desde las instituciones del Estado, en las que tiene 60 parlamentarios y casi un 12% del voto italiano.

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