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La ciudad del futuro se instaIa en Venecia

Fuerte presencia española en la Bienal Internacional de Arquitectura PERU EGURBIDE Venecia

La ciudad no es ya iglesia-plaza-Ayuntamiento, porque el protagonismo urbano de estos edificios ha sido absorbido por otros de nueva o renovada factura que se llaman museo, auditorio, centro comercial, centro de comunicaciones o parque tecnológico. La sexta Bienal de la Arquitectura de Venecia indaga en el futuro universo formal que se prepara, partiendo de las realizaciones más osadas o significativas de los últimos años. Variedad de estilos coexisten en vísperas del gran cambio que el arquitecto señala "como un sismógrafo" según el lema que su director, Hans Hollein, ha dado a la muestra.

Es tal la variedad estilística ofrecida por Francia que en su pabellón conviven el recuerdo de la casa arabesca que André Bloc realizó hace más de dos décadas en la playa de Carboneras con el revolucionario centro cultural concebido por Odile Decq y Boneot Corenette para la ciudad de Osaka y con la cuestión de si tiene alguna homogeneidad estética la actual arquitectura francesa.Pero más allá de esos debates, y de los que suscitará entre los especialistas la selección de los 35 arquitectos que han entrado en la exposición emblemática, la Bienal es también arquitectura-espectáculo y entretenimiento para el profano, que puede gozar de fantásticas maquetas y proyectos. Algunos de éstos, como el Mediathéque del japonés Toyo Ito, podría ser expuesto en la Bienal de las artes plásticas.

Las contribuciones de los 35 arquitectos seleccionados por un comité en el que han participado François Burkhardt, Jorge Glusberg, Arata Isozaki, Paolo Portoghesi y Terence Riely, además de Hollein, refleja el predominio de la obra pública sobre la privada y de la civil sobre la religiosa. Aparte de los italianos Massimiliano Fuksas y Ettore Sottsass, casi ninguno de los 35 presenta proyectos de viviendas. Y sólo uno de los emblemáticos, el egipcio Abdel Wahed El Wakil, diseña templos, por supuesto mezquitas.Las comunicaciones

Las grandes obras del momento tienen que ver con las comunicaciones, como el aeropuerto en forma de flecha que Norman Foster ha proyectado para Hong Kong, o el ideado por Renzo Piano para Osaka, una estilizada criatura capaz de cargar y descargar miles de pasajeros a través de los fingers alineados sobre sus larguísimas alas; o con el comercio y la economía, como la nueva Feria de Muestras de Leipzig, de Meinhardt von Gerka; o con el deporte, como el nuevo campo de fútbol de San Denis, de Jean Nouvel, o el velódromo y piscina olímpica de Berlín, proyectados por Dominique Perrault. Pero el principal campo de trabajo para la gran arquitectura contemporánea deriva de la cultura.

Francia, que terminó el periodo socialista con un rico acervo de este tipo de obras, presenta, distribuidas entre la muestra principal y su pabellón nacional, el Palacio de Congresos de Tours y la Ópera de Lyon, obras ambas de Nouvel, el Centro de Creación Contemporánea, de Decq y Cornette, o la nueva Biblioteca Nacional, de Perrault.

También España tiene una presencia importante en esta Bienal. Está representada de modo destacado por dos arquitectos en la exposición principal, la titulada Sensores del futuro, el arquitecto como sismógrafo, donde Rafael Moneo ha desplegado sus planos y maquetas del nuevo Kursaal de San Sebastián, y Enric Miralles ofrece una semblanza espectacular del Palacio de los Deportes de Huesca. Además, arquitectos extranjeros seleccionados entre los 35 concurren con proyectos importantes que se realizan en España, como Frank O.Gehry, que presenta el Guggenheim de Bilbao, y Norman Foster, que se ha llevado a Venecia las maquetas del metro de la misma ciudad.

La exposición incluye, además, el proyecto de ciudad ideal, Atlantis, que el luxemburgués Leon Krier ha diseñado pensando en Tenerife. Dos de los proyectos de ampliación del Museo del Prado recién rechazados en el concurso que ha quedado desierto han reunido al menos méritos suficientes como para viajar a Venecia. Se trata de los firmados por el norteamericano Preston Scott Cohen, incluido en la sección de arquitectos emergentes, y el de Claude Parent, en el pabellón francés.

Por otra parte, el pabellón español desarrolla el tema Arquitectura para la música, con un detallado elenco de los auditorios -Madrid, Valencia, Santiago de Compostela, Bilbao o Las Palmas- construidos- durante la última década, y de los teatros nuevos o remozados, como la Maestranza de Sevilla, el Falla de Cádiz, el Arriaga de Bilbao o el Jujol de Tarragona. Los dos espacios centrales están dedicados al proyecto de reconstrucción del Liceo de Barcelona y a la restauración del Real de Madrid.

La ópera de Cardiff, imponente realización de Zaha Hadid, y la de Sidney, ya un clásico entre los nuevos teatros, se exhiben también en esta Bienal, tan variada que EE UU ha dedicado su pabellón a la arquitectura desarrollada por encargo de Walt Disney.

Todo es posible en tiempos de cambio, reflexiona Hans Hollein, que ayer comentaba cómo a un arquitecto que le planteó dudas sobre la posibilidad de que se llegue a construir la Max Reinhardt Haus diseñada por Peter Eisenman, un edificio en forma de arco retorcido y sinuoso, él le señaló la maqueta del Guggenheim. de Bilbao y le dijo: "Hace tres años, habría dudado usted. Hoy, está casi terminado".

Las agujas enloquecidas

Arata Isozaki ha vivido su condición de sismógrafo con suficiente dramatismo como para desplegar en el pabellón de Japón, del que es comisario, una impactante evocación del terremoto de 1995.. Sin embargo, Hollein prefiere matizar lo de la palabra sismógrafo en el título de la muestra principal en que engloba los trabajos de otros arquitectos, y diferenciarlo en cada caso. "Pienso, por ejemplo, que el pabellón japonés. es un planteamiento muy inteligente y una contribución óptima a la idea central del arquitecto como sismógrafo. Quiero que el título de la muestra haga referencia a la particular sensibilidad de la que está o tendría que estar dotado el arquitecto, para poder prever y realizar proyectos de futuro incluso con imput o estímulos muy pequeños".

El pabellón japonés, del que habla Hans Hollein, es una especie de pira de escombros de madera, que se eleva al cielo atravesando el techo. Y este cartel: "Las agujas de todos los sismógrafos de Japón enloquecieron durante el gran terremoto de Hanshin-Awaji de 1995. Tal fue la potencia del seísmo que los instrumentos saltaron y no pudieron registrar el máximo grado de, intensidad alcanzado. Aquel terremoto retrotrajo las ciudades de Japón a 1945, a las montañas de escombros dejadas por la guerra. Ello destruyó toda la fe en la planificación y canceló la instintiva confianza en un futuro positivo. Queremos reflexionar más sobre los sufrimientos espirituales que esta grieta ha causado al mundo entero que sobre la destrucción física por ella producida. Nosotros, que pensábamos poder controlar el entero planeta por medio de la tecnología electrónica, nos encontramos mudos ante esta sima. En este pabellón está el vacío total. Y aún este vacío os habla. Escuchad su voz".

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