El Parlamento alemán debate un presupuesto con fuertes recortes del gasto
El ministro federal de Hacienda, el socialcristiano de Baviera Theo Waigel (CSU), presentó ayer al Parlamento Federal (Bundestag) un proyecto de presupuesto para 1997, que obligará a los alemanes a apretarse el cinturón con fuertes recortes del gasto público. Durante cuatro días, el Bundestag va a debatir el presupuesto del próximo año y para el próximo viernes esta prevista la votación definitiva para aprobar, con la mayoría absoluta del número de escaños del Parlamento, el paquete de recortes sociales que desde hace meses se pelotean entre la cámara baja (Bundestag) y la cámara alta (Bundesrag).
El debate se inició ayer en medio de un clima macroeconómico más favorable: la inflación alemana en agosto ha sido con un 1,4% la más baja desde la reunificación en 1990; la exportación en el primer semestre del año se ha mostrado de nuevo como el elemento básico del crecimiento y las últimas cifras del producto interior bruto (PIB) indican que la economía parece alejarse de la recesión.El proyecto de presupuesto que presentó ayer Waigel (CSU) al Bundestag prevé un gasto de 440.200 millones de marcos (37,4 billones de pesetas), un 2,5% menos que el de este año. La tijera de Waigel no deja títere con cabeza. Casi todas las partidas se ven recortadas, sobre todo las de Tráfico, Asuntos Sociales, Defensa, Economía y, para dar ejemplo en su propia casa, Hacienda.
El endeudamiento previsto asciende a 56.500 millones de marcos (4,8 billones de pesetas) y aquí reside ya uno de los puntos débiles del presupuesto. Una de las escasas partidas que crece en los gastos, nada menos que un 3,7%, es el servicio de la deuda. Esto supone un total de 89.222 millones de marcos (casi 7,6 billones de pesetas). El servicio de la deuda se devora más del 20% del presupuesto del próximo año 1997.
La oposición, socialdemócratas (SPD), llevaban varios días afilando los cuchillos, para lanzarse contra el presupuesto. Portavoces del SPD habían anticipado que las cuentas de Waigel (SPD) no cuadran y anuncian agujeros gigantescos" no sólo en el presupuesto de 1997, sino también en el del año en curso.
Los expertos socialdemócratas estiman en 18.000 millones de marcos (más de billón y medio de pesetas) el posible agujero y reclaman un presupuesto complementario. La portavoz de Hacienda del SPD, Ingrid Matthäus-Maier dijo ante el Bundestag que "la situación de las finanzas públicas es verdaderamente dramática" y reclamó, en vez de recortes para los más débiles, impuestos más elevados para los ricos y sobre el consumo de energía.
El debate resultó tranquilo y se espera más polémica hoy, cuando intervenga el canciller federal, el democristiano Helmut Kohl (CDU), quien acostumbra a hacerlo cuando se discute la partida de gastos de la Cancillería Federal. Se aprovecha esta ocasión para un ajuste de cuentas entre el Gobierno y la oposición.
La situación de más emoción se producirá sin duda el próximo viernes, cuando el Bundestag sea convocado para votar el paquete de recortes sociales, que requiere la llamada mayoría del canciller, 337 diputados.
La coalición de centroderecha, entre democristianos (CDU/CSU) y liberales (FDP), cuenta con 341. Por lo tanto, basta que fallen cuatro diputados para echar abajo la ley. La coalición gubernamental se muestra convencida de que todos votarán como un solo hombre y el viernes no faltará nadie.
Segundo paquete de ajuste
Ayer Waigel expuso la necesidad de mantener la política de ahorro en el presupuesto e incluso endurecer todavía más los recortes, para poder cumplir con las exigencias de los criterios de convergencia de Maastricht. Para dar idea de lo que se avecina, se habla ya de leyes complementarias del presupuesto del año 1997, que supondrían una especie de segundo paquete de recortes, más allá del que se aprobará el viernes.El ministro federal Waigel argumentó ayer que, a pesar de los recortes, el porcentaje de gasto social se incrementa un poco en 1997 de un 33,5% a un 33,7%. El Gobierno alemán argumenta con frecuencia que, con un gasto social de más de un tercio del presupuesto, no se puede hablar de desmantelamiento del Estado del bienestar.
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