El parricida describe con frialdad el asesinato de sus hijos tras ser detenido
El médico alemán que asesinó a sus dos hijos en Sa Coma (Mallorca) inyectándoles un potente somnífero y aire en las venas intentó suicidarse en tres ocasiones, según confesó tras ser localizado, ayer por la mañana, en un mirador de Formentor. Rüdeger Peter Oyntzen tenía una inflamación en la pierna y un hematoma en el brazo, heridas que se produjo con la misma aguja hipodérmica que empleó el pasado miércoles para acabar con la vida de sus hijos, de ocho y seis años. Fue encontrado por la policía al borde un acantilado. Oyntzen explicó a la policía con meticulosa frialdad cómo asesino a sus hijos.
El presunto asesino tenía la mirada perdida en el horizonte del mar cuando fue detenido. "No tuve valor para lanzarme al mar y matarme", confesó, poco después de narrar con gran frialdad su horrendo crimen.La presencia del presunto parricida en un acantilado sorprendió a la policía, que se había acercado a la zona en la madrugada de ayer por un conato de incendio forestal. Allí se dio de bruces con el hombre más buscado de Mallorca en las últimas horas. No opuso resistencia alguna y hasta pareció aliviado de que lo encontraran, tras permanecer 48 horas evadido, sin probar alimento ni bebida alguna.
"Al vernos reaccionó como alguien que se ha quitado un tremendo peso de encima", comentó uno de los agentes que le detuvieron. Oyntzen relató con profusión de detalles la macabra técnica que empleó para matar a sus hijos, Katherina y Matthias, de ocho, y seis años, en el apartamento del complejo turístico Club Royal Mediterráneo de Sa Coma, el pasado miércoles.
Doble dosis
"Al niño le di un somnífero muy potente que le mató en seis minutos. En cambio a la niña no le hizo el mismo efecto, ya que movía brazos y piernas, por lo que repetí la dosis inyectándole aire en las venas y falleció dos minutos más tarde", afirmó el médico alemán, que empleó un castellano rudimentario, mezclado con términos italianos, para hacerse, entender por sus interlocutores.Añadió que una vez consumado su propósito, intentó suicidarse con la misma aguja. Incluso se acostó en la bañera de la habitación "para esperar la muerte", según relató. Al no conseguir su objetivo, vistió y trasladó los cuerpos de sus hijos -a la niña le colocó una flor sujeta entre las manos- a las dos camas como si durmiesen; Destruyó sus tarjetas de crédito, pero no su pasaporte, que quedó en la habitación junto a dos cartas dirigidas al juez y al director del hotel en las que se confesaba autor de los hechos y anunciaba que se iba a suicidar.
Permaneció 24 horas en la escena del doble crimen, juntó a los cadáveres, y el jueves por la mañana abandonó el lugar tras colocar en la puerta el cartel de No molesten.
Cogió un autobús con rumbo a la localidad de Pollença (a unos 40 kilómetros de Sa Coma) y realizó un segundo amago de suicidio. "Dijo que pensó en la posibilidad de arrojarse desde al vehículo en movimiento, pero es una versión dificil de creer", explicó el oficial de policía que le detuvo.
Más tarde, Oyntzen deambuló por la zona en busca de un acantilado para lanzarse al mar. Lo intentó en varias, ocasiones, pero al final también desistió de su propósito. Los policías que, le interrogaron aseguran que el parricida "insistía en que los niños murieron mientras dormían y sin experimentar sufrimiento alguno. Incluso llegó a afirmar que estaban de acuerdo" en que ésa era la mejor decisión para poner punto final al drama familiar. Oyntze describió que los mató para ahorrarles el sufrimiento de vivir con su madre, a quien un juez había otorgado la custodia, tras el divorcio.-
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