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OPERACIÓN GOLPE EN EL DESIERTO

Bill Clinton dice que ha recibido un amplio apoyo de sus aliados

Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes norteamericana, expresaba ayer en voz alta lo que el Gobierno parecía preferir silenciar: su preocupación por la frialdad e incluso hostilidad con la que países aliados de EE UU han acogido públicamente las últimas operaciones militares en Irak. Sin embargo, el propio Bill Clinton aseguraba anoche que no hay tal frialdad -"Nada más lejos de la realidad", comentó-, ya que había recibido, entre otros, el apoyo de Alemania, Reino Unido y Canadá. Entre los aliados europeos, Francia ha sido el más crítico.

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"El contraste entre la operación Tormenta del Desierto y el actual respaldo [de los aliados] supone un motivo de preocupación", decía Gingrich, que anunció que el Congreso respaldaría sin fisuras una resolución en la que se apoyarán las acciones ordenadas por el presidente.El Senado prepara ya la declaración, en la que, según el senador John McCain, se expresará ese apoyo y la necesidad de consolidar la coalición internacional contra Sadam Husein y se evitarán reproches a los aliados. Mientras tanto, Bob Dole ha rectificado sus críticas al presidente, por temor a las acusaciones de minar la unidad nacional en momentos de tensión en el exterior, y ha considerado que hay que enfocar la crisis "no como republicanos o demócratas, sino como nortearnericanos", Los sondeos, que indican que un 80% de estadounidenses están a favor de las acciones bélicas contra Sadam, le han ayudado a Dole a seguir el criterio de Gingrich, quien afirmó ayer: "Creemos que es importante estar unidos en un momento de tensión internacional"

Mientras, la Unión Europea aplazaba ayer un comunicado conjunto sobre los ataques norteamericanos contra Irak, con lo que subrayó la división entre sus países miembros. Fuentes diplomáticas indicaron que el Reino Unido, cuyo ministro de Defensa, Michael Portillo está en Washington, ejerció presión para que se diera a EE UU un fuerte respaldo, aunque otros, principalmente Francia, se opusieron.

El ministro-portavoz; del Gobierno francés, Alain Lamassure, recordó que "Francia se siente vinculada a la aplicación de las resoluciones de la ONU", informa Octavi Martí. En París recalcan que dichas resoluciones "prevén la seguridad de la población civil", pero también "la soberanía y la integridad territorial" de lrak.

Todo hace prever que el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, que anoche llegó a Londres en una gira por las capitales europeas destinada a dar una imagen de unidad entre aliados, se topará con la voz discordante de Francia, que se resiste a patrullar dentro de la nueva, zona de exclusión en el Paralelo 33. Francia no ha querido cuestionar otra de las explicaciones estadounidenses, según las cuales los bombardeos también respondían a la necesidad de garantizar la seguridad de vuelos aliados sobre Irak. París se limitó a hacer saber que ninguno de sus aviones había sobrevolado últimamente territorio iraquí, aunque luego admitió que algunos de sus aparatos habían participado en misiones de vigilancia al lado de EE UU.

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Por su parte, el Gobierno ruso se mostró ayer molesto por el ataque y el ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, lo calificó de "precedente peligroso" tras entrevistarse ayer en Bonn con su homólogo alemán Klaus Kinkel. "Si tenemos una superpotencia, ya sea EE UU, Europa o Rusia, que usa la fuerza por propia iniciativa sin consultar con la comunidad internacional, en este caso el Consejo de Seguridad, entonces habrá conflicto". Kinkel consideró "apropiada y justificada" la operación contra Irak.

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