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Carnaby Street vuelve al mercado

La calle de la moda psicodélica y minifaldera del Londres de hace 30 años se vende por 14.000 millones

En los años sesenta marcó la moda de los reyes de la movida londinense y extendió su influencia al mundo entero, pero su nombre es hoy día un reclamo turístico en declive. Carnaby Street, una pequeña vía peatonal en, el corazón de Londres (al sur de Oxford Street), acaba de salir a la venta a un precio de unos 14.000 millones de pesetas. La compañía inmobiliaria holandesa Wereldhave, que pagó en 1988 un total de 282 millones de libras (56.400 millones de pesetas) por la propiedad del lugar donde se levantan 93 edificios, ha decidido ahora deshacerse de ella por un precio más módico.Cita obligada de todos los modernos en busca de camisas psicodélicas, o minifaldas de Mary Quant, Carnaby Street fue en su tiempo el mejor escaparate de las rarezas estéticas de un Reino Unido que se sacudía por fin la austeridad de la posguerra.

Los bellos edificios, la mayor parte de los siglos XVII y XVIII, dieron acomodo a atrevidas tiendas de ropa, incluida la de John Stephens, destinada a transformar el aspecto de las jóvenes generaciones de chicos, haciendo pedazos el tabú de que la preocupación por la apariencia en los hombres era signo de afeminamiento. De hecho, la tienda de John Stephens se abrió en 1959 a unos pasos de la única sastrería no ortodoxa que existía en Carnaby Street, un establecimiento entonces frecuentado por homosexuales, y la única tienda en Londres, según los maledicentes, donde hasta para comprar una corbata te medían el largo de pierna.

Las atrevidas creaciones que John Stephens exhibía en sus escaparates, desde casacas estilo Nerhu -las favoritas del cantante Cliff Richard-, hasta pantalones que sólo llegaban a la cadera, revolucionaron el gusto de la época. Glorificada por la música de The Kinks, e inspirada por la de The Rolling Stones, Carnaby Street saltó a la fama internacional de inmediato, peto su vocación de último grito auspiciaba una vida corta para la estética que promocionaba.

En los años setenta se instalaron los punkis en este mismo escenario y 10 años más tarde los mismos personajes pasaron a servir de modelo para las tarjetas postales que se vendían en la todavía popular calle.

Para entonces los tiempos en que el nombre de Carnaby Street se asociaba a una tumultuosa movida de chicos de pelo largo, aficionados a las drogas experimentales y dispuestos a abrazar la estética más agresiva, habían quedado muy atrás.

El tiempo ha sido, efectivamente, cruel con Carnaby Street, y este pequeño tramo de Londres, donde todavía recalan cada año unos 10 millones de turistas en peregrinaje nostálgico, es hoy más bien un escaparate de estética kicht que atrae a pocos jóvenes, dedicado a vender los souvenirs acartonados de una época gloriosa, entre postales horteras y reproducciones de la placa con el nombre de la famosa calle londinense.

El declive en las esferas de la moda ha ido emparejado, no obstante, con un desarrollo burgués de la zona. Carnaby Street es hoy sede de productoras cinematográficas, estudios de arte y alguna que otra publicación. Los precios de los alquileres -pese a que la calle ha dejado de ser lo que era, o quizá por eso- se han multiplicado desde los tiempos gloriosos y el total de las rentas representa anualmente 5,8 millones de libras (más de 1.100 millones de pesetas).

Aparte de unas gotas adicionales de costumbrismo local, la venta de Carnaby Street, una de las mayores propiedades del centro de Londres que salen al mercado mobiliario en los últimos años, ha. deparado a las inmobiliarias una alegría: la comprobación de que el mercado, tras los años de estancamiento, empieza otra vez a moverse.

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