'Miuras' metálicos
Una pena de San Sebastián simula encierros con carritos de 'híper'
No son miuras, ni siquiera son toros. Son tres carros de hipermercado con unas astas atadas en el frente. Ellos, junto con los miembros de la Peña San Sebastián, son los protagonistas de los encierros nocturnos que desde hace tres años se celebran en San Sebastián de los Reyes (58.000 habitantes) durante las fiestas del Cristo de los Remedios.El mecanismo es muy sencillo. Cuando el reloj marca la una de la madrugada, tres peñistas empuñan los carros en la mitad de la calle de Postas y enfilan a toda velocidad por el recorrido de los encierros, los de verdad, hacia la sede de la pena, en plena calle Real: "Nosotros vamos lanzados, el que no quiera que le cojamos, que corra más que nosotros o que se aparte; esto es un encierro", explica Luis, uno de los conductores de los toros metálicos.
Como todo buen encierro, la carrera tiene su ritual. Se entona el himno a san Fermín, aunque cambiando al santo pamplonica por el santo patrón del pueblo, y se saluda a los toros.
Como no hay reses ni corrales a los que asomarse, como en la capital navarra, los corredores han inventado una alternativa muy peculiar. "No vamos a cantarle a un carro de la compra, así que saludamos a lo más parecido que tenemos a un toro", afirma uno de los corredores señalando al astado que figura en el logotipo de una oficina de Caja España situada en la esquina de las calles Real y de Postas.
Así, apoyados en el cristal de la entidad de crédito, cantan y saludan hasta que, como es preceptivo, en los encierros, alguien dispara un cohete y los carrostoros salen disparados en busca de los corredores. Los, astados cabecean, se arriman a las vallas, asustan a los participantes y, a veces, hasta dan la vuelta para dar otra pasadita.
"Aunque vamos muy rápido, controlamos. Nunca embestimos directamente a nadie y nos limitamos a pasar un rato divertido y a pegar algún que otro susto a los despistados que están por el recorrido", asegura otro de los conductores de los carros-toros.
Por regla general, los únicos que salen lesionados suelen ser las reses. "Cuando vas muy rápido te golpean en la pierna con el carro y te haces raspaduras, pero se te quitan enseguida", aseguraba uno de los toros accidentados mientras se ponía hielo en la pierna para estar listo en la siguiente carrera. Algunos y algunas de los más veteranos hacen de pastores y persiguen a la manada con las correspondientes varas, aunque siempre suelen quedarse bastante atrás por aquello de que los años no pasan en balde.
El ritual se repite varias veces por noche: cántico, chupinazo y carrera hasta la sede de la peña. "Es divertido porque lo hacen a las horas en que la fiesta ya está un poco muerta y te levantan el ánimo", aseguraba Juan, de 42 años, una de las más de 200 personas que se acercaron anteayer a la peña a presenciar estos peculiares encierros de la madrugada. "Además es espontáneo y no hacen daño a nadie. Éstas son las cosas verdaderamente divertidas de las fiestas", sentenciaba.
La innovación comenzó casi por casualidad, hace tres años, y nadie sabe muy bien por qué motivo. Al principio, las carreras se hacían sólo con un carro, propiedad del padre de un peñista, y cada temporada se ha sumado uno nuevo, con aderezo de cuernos y cencerros. Los peñistas prometen larga vida para sus miuras metálicos.
Encierros nocturnos. A partir de la 1.00, en la calle Real de San Sebastián de los Reyes. Todas las madrugadas hasta el 1 de septiembre.
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