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La policía de Móstoles salva a un toxicómano por su número de teléfono

Su número de teléfono fue lo último que Carlos Francisco A., un joven toxicómano de Móstoles (199.400 habitantes), acertó a decir antes de desmayarse con el auricular en la mano. Cuando sintió que le sobrevenía la muerte, llamó al hospital, pero sus fuerzas le impidieron pronunciar nada más que los siete dígitos.La alerta se disparó cuando la voz del joven se apagó al otro lado del hilo telefónico y el mecanismo de búsqueda no tardó en funcionar. Desde el hospital se avisó a la Policía Municipal, que experimentó con todos los recursos a su alcance para dar con el domicilio del toxicómano.

"En información de Telefónica tienen normas de no facilitar las direcciones a pesar de que nos identificamos y dijimos que se trataba de una cuestión urgente", señaló el jefe de la Policía Local, José Cavanillas. Por esa vía no se consiguió nada, como tampoco se sacó resultado alguno de la guía de teléfonos.

Al final se hizo necesario pedir ayuda a la Policía Nacional que encontró el paradero de Carlos Francisco. Varios policías locales se trasladaron con toda rapidez a la calle y llegaron a tiempo de poder llevar al joven, aún con vida, al hospital. Según las investigaciones policiales, el joven se había inyectado una sobredosis de droga.

Por otra parte, la policía de Móstoles también tuvo que ayudar a levantarse del suelo a una vecina del municipio que pesa más de 200 kilos. La mujer, de 47 años, sufre una enfermedad por la cual crecen todos sus órganos vitales y la impiden un total movimiento.

Esta vecina se dio la vuelta en su lecho mientras dormía y fue a parar al suelo. Hasta pasadas dos horas, los familiares que la acompañaban -un hijo de unos 20 años y una chica algo más pequeña- no avisaron a la policía y a la Cruz Roja porque la afectada desea que nadie se meta en su vida. Tras varios intentos, seis agentes lograron volver a colocar a la mujer en la cama, de especiales dimensiones y con ruedas para facilitar su movilidad.

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