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Clinton atraviesa América rumbo a la reelección

El presidente inicia su viaje en tren hacia Chicago, donde será designado candidato demócrata a la Casa Blanca

Antonio Caño

En este rincón pobre de la América olvidada, donde no han visto un presidente desde hace 48 años, Bill Clinton abordó ayer el Expreso del Siglo XXI en ruta a la reelección. Durante tres días de viaje en tren a Chicago, el presidente usará el mismo vagón que Harry Truman en su campaña de 1948 para dar dimensión histórica a su candidatura y copar la atención nacional ante su intervención del jueves en la convención demócrata."Es maravilloso estar cerca de un presidente que sabe que existe Virginia Occidental. Muchos otros no lo han sabido nunca", comentó Eloise Pope, una de las más de 20.000 personas reunidas en la vieja estación de ferrocarril Chesapeake-Ohio, en la mayor manifestación política de la historia de Huntington.

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Clinton: "Estamos en la buena vía y no vamos a volver atrás"

"Estoy aquí y voy a subir a ese tren porque quiero ver las caras de gente como ustedes, que han estado trabajando conmigo a lo largo de estos cuatro años. Y porque quiero decirles que estamos en la buena vía y que no vamos a volver atrás", contestó Clinton en un discurso en el que recuperó la elocuencia y la energía oratoria que le dio el triunfo en 1992.

"¿Darían ustedes la vuelta cuando están en el buen camino?", preguntó el presidente varias veces. "Tenemos que terminar el trabajo que hemos empezado. Ayúdenme a seguir en la dirección que llevamos", pidió, entre numerosas alusiones a su compromiso con los trabajadores y con las familias más pobres del país.El tren es un medio tradicional de hacer política en Estados Unidos. El recorrido de Harry Truman, que consiguió remontar así una campaña en la que partió como claro perdedor, es el más recordado. Pero desde Abraham Lincoln hasta Ronald Reagan habían recurrido antes al ferrocarril para darle a sus candidaturas el sabor popular del que carecen otros medios de transporte más modernos.

Bill Clinton recorrerá en el Expreso del siglo XXI Virginia occidental, Kentucky, Ohio, Michigan e Illinois. En cada una de sus paradas, el presidente presentará propuestas sobre los temas que más parecen preocupar a los, ciudadanos: el crimen, la educación, el medio ambiente. Al mismo tiempo, defenderá los logros de su Gobierno y tratara de responder a los temores que todavía tienen los norteamericanos sobre el estado de la economía.

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En Virginia occidental, por ejemplo, más de 300.000 puestos de trabajo han sido creados desde que Clinton llegó a la Casa Blanca (una cifra récord en muchos años). Pero el poder adquisitivo de los salarios se ha reducido en ese mismo periodo. "Sigue siendo difícil encontrar un trabajo, y, cuando lo tienes, el sueldo no alcanza para vivir dignamente. Quizá las cosas van mejor, pero es difícil apreciarlo", afirma Michael Taylor, que maneja una máquina de construcción a 160 kilómetros de su hogar.Para otros muchos de los presentes en la manifestación de Huntington la principal preocupación es el alto precio y la inestabilidad de los seguros de enfermedad. Clinton dijo ayer que mantiene en pie su promesa de intentar una reforma del sistema sanitario en un segundo mandato.

Desde Huntington, Clinton viajó ayer hasta Columbus (Ohio), con paradas en Ashland y Chillicothe, ambas ciudades con unos pocos miles de habitantes. Por delante del convoy en el que viaja el presidente, otro tren va comprobando el estado de las vías, en previsión de un atentado terrorista. La espalda del Expreso del siglo XXI va cubierta por un tercer convoy, a bordo del cual se desplazan agentes del servicio secreto de la Casa Blanca.

Este recorrido está pensado para darle al presidente la oportunidad de reconciliarse con un sector de sus potenciales votantes negativamente afectados por la reciente firma de una ley que pone fin a las ayudas del Gobierno a los pobres.

La firma de la legislación sobre lo que se conoce en inglés como welfare se ha convertido en un peligro potencial de división en la convención de Chicago y en una amenaza para Clinton de cara a las elecciones del 5 de noviembre. Un diario de Virginia occidental, notoriamente prodemócrata, recibió ayer al presidente con un editorial sobre el welfare titulado La capitulación de Clinton.

Para el Partido Demócrata, el welfare puede tener el mismo efecto explosivo que el tema del aborto tuvo para el Partido Republicano en su reciente convención en San Diego. Para hacer frente a este riesgo, el vicepresidente, Al Gore, dijo ayer en una entrevista en televisión que Clinton utilizaría sus poderes presidenciales en un segundo mandato para corregir algunos de los aspectos más duros de la ley que firmó el pasado jueves.

Pero el recorrido del tren puede ayudar más a borrar el sabor amargo que el welfare ha dejado entre muchos demócratas. Este viaje le da al presidente la oportunidad de volver a estar cerca de la gente más modesta, le permite desplegar sus mejores cualidades de comunicador y recordarle a los votantes que él es la mejor garantía para frenar el extremismo de los republicanos en el Congreso.

Y, sobre todo, el Expreso del siglo XXI convierte a Bill Clinton -no al Partido Demócrata, reunido en Chicago- en el centro de esta campaña electoral y le garantiza al candidato un espacio en la televisión que no tendría con el rutinario y aburrido proceso de la convención.

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