Juppé afirma que la crisis del franco es "una tormenta en un vaso de agua"
El primer ministro francés, Alain Juppé, intentó calmar ayer la tormenta que se forma en torno al franco. Lo hizo convocando a varias agencias de prensa para declarar que ni él ni el presidente Jaeques Chirac mantenían tensión aIguna con el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, y para reafirmar que seguiría la política del franco fuerte. Aseguró que no había problemas, sólo "una tormenta en un vaso de agua". Al mismo tiempo, Otmar Issing, economista jefe del Bundesbank, insinuó la posibilidad de que el banco central alemán bajase sus tipos de interés, lo que perjudicó al marco alemán pero no ayudó al franco francés.
La desconfianza general respecto al franco responde a dos factores. Uno, la oposición del presidente Chirac y del Gobierno contra la política monetaria del gobernador del Banco de Francia. Otro, más grave, la caída de la economía francesa.Los problemas personales entre Chirac y Trichet son antiguos. Ya hubo un gravísimo roce durante la campaña electoral, cuando el entonces candidato Chirac criticó a los "tecnócratas" del Banco de Francia y afirmó que la independencia de la autoridad monetaria no implicaba quedar al margen de la dirección política. El pasado 14 de julio, Chirac declaró que el Banco de Francia mantenía los tipos de interés muy altos, y, refiriéndose a la crisis del banco Crédit Lyonnais, afirmó que en su momento no habían funcionado correctamente los sistemas de control. El responsable de controlar la banca pública en 1993, como secretario del Tesoro, no era otro que Trichet.
Cuando el Ministerio de Economía pidió, la semana pasada, que la Justicia persiguiera a los responsables del desastre del Crédit Lyonnais, todo el mundo dedujo que Chirac había lanzado una carga de profundidad contra Trichet. Ayer, sin embargo, Juppé habló de "sintonía total" entre Chirac, Trichet y él mismo. El ministro de Economía, Jean Arthuis, declaró que Trichet estaba al margen del caso Lyonnais y que no se vería afectado por la investigación judicial.
Mientras Juppé y Arthuis intentaban apaciguar los ánimos y calmar el ambiente en tomo al franco, la realidad les llevaba la contraria. El martes se anunció, oficiosamente, un descenso del 0,3% en los precios, un síntoma más de deflación. La deflación (lo contrario de la inflación, con efectos igualmente devastadores) aterroriza históricamente a los franceses desde los años treinta, cuando se apostó por una política de franco fuerte que acarreó una terrible recesión.
La intervención de Juppé detuvo temporalmente el descenso del franco, pero no respondió a la pregunta que se hacen los inversores: ¿Podrá Francia mantener la política de rigor pactada en Maastricht, pese al aumento del desempleo, el agudo malestar social y los primeros síntomas de deflación? Así que la divisa francesa continuó cayendo.
Paralelamente, el marco se vio afectado por las declaraciones de Otmar Issing, economista jefe del Bundesnbank, respecto a la posibilidad de que el banco central alemán se decida por un nuevo recorte de los tipos de interés.
Los mercados de divisas reaccionaron favorablemente, aunque los analistas apuntan también hacia los movimientos técnicos como responsables de la repentina fortaleza del dólar, debido a la proximidad de las reuniones de la Reserva Federal y del Bundesbank, en las que habrá de decidirse la evolución de los tipos de interés.
La moneda norteamericana llegó a cotizarse a 1,4860 marcos, lo que favoreció a las divisas periféricas europeas, entre ellas la peseta. Al cierre de la sesión, un dólar costaba 126,12 pesetas, 38 céntimos más que el día anterior, pero el marco había bajado 0,30, hasta 84,84.
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