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Estados Unidos: religión y política

Emilio Menéndez del Valle

Hoy comienza en San Diego, California, la Convención del Partido Republicano norteamericano que confirmará al senador Dole como oponente de Clintón y perfilará el programa de cara a las elecciones de noviembre de 1996. Dada la personalidad, edad y habilidad política de uno y otro, es probable que -de no surgir imprevistos de última, hora- el actual presidente vuelva a ocupar la Casa Blanca. Victoria demócrata que será ayudada por la actual, división de las filas republicanas.Un ala significativa del partido, nutrida y en gran parte dirigida por gente joven, ha superado ideológicamente por la derecha al candidato Dole. Ya se sabe que la terminología de la ciencia política europea (izquierdas, derechas) es -o era- algo de difícil traducción práctica en los Estados Unidos. Sin embargo, últimamente se está produciendo en el seno del Partido Republicano una evolución ideológica que, aunque sea para entendernos, hay que calificar de claramente derechista o, si se prefiere, simplemente de autoritaria.

De los distintos escritos, debates políticos, elecciones primarias y reuniones de los últimos tiempos es posible singularizar, entre otras, tres características principales: inequívoca posición, ultraliberal en lo económico, una creciente intolerancia ideológica y una buscada alianza entre religión y política.

El ultraliberalismo se refleja en la intención de desmontar, no ya reformar, el Estado de bienestar (relativo si lo comparamos con algunas experiencias europeas) cuyas bases sentó la Administración demócrata de Franklin Roosevelt. El radicalismo neoliberal -obsesionado con hiperreducir sin matices el presupuesto federal- tiene a su vez casos extremos entre los políticos republicanos. Por ejemplo, el de Huffington. Multimillonario y aspirante al Senado por California en 1994, se gastó 30 de los 75 millones de dólares de su fortuna personal en una campaña cuyo lema era: "Quiero un Gobierno que no haga nada". O el de Sam Brownback, que, en su esfuerzo por conseguir en 1996 un escaño senatorial por Kansas, prometía proponer la abolición de, entre otros, los ministerios federales de Educación y Vivienda. La intolerancia quedó patente el pasado lunes cuando una subcomisión encargada de redactar el programa electoral, al discutir el tema de] aborto, se empeñó, y logró, eliminar la propia palabra "tolerancia".

En cuanto al vínculo directo y activo entre política y religión que se persigue, no son pocos los candidatos republicanos al Congreso que esgrimen abiertamente la profesión, de fe religiosa, demandando la, vuelta a los "valores básicos". Sin duda, estos candidatos -y el propio Partido Republicano- tienen en cuenta recientes encuestas sobre el llamativo cambio que se está produciendo en la sociedad norteamericana. La última plantea la siguiente pregunta: ¿deben las iglesias mantenerse al margen de las cuestiones. políticas o, por el contrario, han de expresar sus puntos de vista sobre los temas sociales y políticos? La prensa americana destaca que cuando una pregunta similar fue formulada por Gallup hace 30 años, el 40%,de los encuestados, respondió que las iglesias debían opinar, frente a un. 5,3%, que estimaba, que deben mantenerse por completo al margen de la política. En 1996 los términos se han invertido: el 54% sostiene que las iglesias sí deben manifestarse frente a ,un 43% que cree lo contrario.

La pasada semana, el dirigente del PP en Cataluña definió a los nacionalismos como "graves e insidiosos". Según él, "en el futuro pasarán, como la religión del ámbito público al estrictamente, íntimo... la llamada a ser más catalán, más vasco, tendrá el mismo atractivo electoral que tendría hoy la invitación a ser más católico o más, budista!". ¿Serán también en esto los baremos de la sociología europea distintos de los norteamericanos?

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