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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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¿Existe verdadera libertad de información?

Juan Arias

Hace unos días, un profesor de español estadounidense me decía que en los diarios de su país serían imposibles e inconcebibles ciertas libertades que se arrogan en España algunos medios de comunicación. Sencillamente, explicaba el profesor, "porque el poder no lo permitiría".En varias ocasiones, algunos de nuestros lectores o lectoras, como Matilde Gutiérrez, de Bilbao, han pedido el parecer del Defensor del Lector sobre este tema. Preguntan hasta qué punto un, diario como EL PAÍS, y como él otros españoles, gozan de auténtica libertad de expresión.

Otros han preguntado también qué ocurre en otros países cercanos a nosotros. Si en Francia o en Reino Unido o en Alemania o en Italia los diarios son más libres o más condicionados que los españoles y por qué.

Mi experiencia personal, después de haber conocido por motivos de trabajo casi toda la prensa mundial, es que España e Italia son los dos países con mayor libertad de expresión en la actualidad. De hecho, en Italia, hasta el actual Gobierno progresista acaba de lanzar una catilinaria contra lo que considera un exceso de libertad de información acusando, sobre todo a la prensa escrita, de "inflar las noticias".

Por lo que se refiere a España, no es que exista demasiada libertad de información, que eso nunca es posible puesto que en una sociedad democrática la libertad de expresión nunca es demasiada. Lo que sí existe, en ocasiones y muy vistosa, es una cierta impunidad por parte de algunos periodistas o medios de comunicación, no ya para informar, sino para denigrar, insultar y hasta calumniar a personas o instituciones. Cosa que choca muchos de los corresponsales extranjeros en España, que no podrían permitirse dichas libertades en sus respectivos diarios. ¿Pero por qué en España esa impunidad para los periodistas?, se preguntan sorprendidos algunos lectores.

Al parecer, dicha situación de excepción en España se debe a que a los jueces, teniendo en cuenta que la libertad de expresión estuvo maniatada durante la dictadura franquista, les cuesta hoy sancionar incluso a los periodistas que abusan de su poder para hacer arreglos de cuentas.

No creo, pues, que puedan hoy quejarse los diversos medios de información españoles de falta de libertad, cosa de la que, sin embargo, sí se lamentan, por ejemplo, los periodistas franceses. En una entrevista concedida al semanal italiano L'Espresso de Roma, Jean-Marie Colombani, actual director del mayor y más importante diario francés, Le Monde de París, ha lanzado un grito de alarma: "La libertad de prensa está en peligro". Una afirmación que ha causado gran impacto en la opinión pública italiana. ¿Pero no eran los franceses los campeones de la libertad de información? "Francia ha echado marcha atrás en las libertades de expresión", afirma el director de Le Monde, quien considera que "la relación entre el poder y la información está volviendo a ser como en los tiempos del general De Gaulle".

Según Colombani, las presiones que por parte del poder de derechas están teniendo los diarios franceses acabará siendo una realidad también más allá de Francia. A su parecer, en toda nuestra sociedad occidental la libertad de información está en peligro, porque los poderes, el político y el económico sobre todo, no la soportan y quieren manipularla. Y porque los periodistas acaban muchas veces dejándose seducir por dichos poderes.

Pero incluso para los periodistas y periódicos que sean capaces de resistir a las presiones de los diversos poderes, la cosa no se pone fácil. "Hemos llegado al punto de que nuestro mayor esfuerzo de periodistas es el de desmontar la cantidad de mensajes que nos llegan para -ntentar, saber qué juegos esconden", afirma Colombani. Porque según el director, de Le Monde hoy no hay poder político, económico o lo que sea que no se haya creado su sistema de información paralela, que ofrece con enorme generosidad a los periódicos para que no tengan que molestarse en buscar la noticia por otros conductos. Y añade que dichos poderes "no sólo hacen ellos información, sino que pretenden saber si el periodista ha interpretado bien el mensaje. Y cuando no es así llaman al periódico y dicen: '¡Ah, no, así no funciona'. Y, desde aquel momento, adiós publicidad".

Según Colombani, el poder en Francia "retorna el control de los medios de comunicación como hace 20 años, colocando a sus hombres por todas partes, tras el paréntesis de los Gobiernos liberales de Giscard d'Estaing y de los socialistas". Y comenta amargo: "Algunos días se tiene la impresión de estar en África Central". Según el director de Le Monde, en Francia, "la regla del poder es "o estás conmigo o estás contra mí", cosa que, según él, no ocurre, por ejemplo, en Italia, donde un director de diario puede increpar duramente al presidente del Gobierno, quien, a su vez, puede escribir en el mismo periódico.

De hecho, la prensa en Francia pasa un mal momento: Le Monde está convaleciente, tras una grave crisis; Libération ha visto disminuir sus ventas en un 30%; la desaparición del editor Robert Hersant ha puesto en crisis a France-Soir, y la suerte de Le Figaro se decide en estos momentos.

A veces, los lectores se preocupan también en España, y con, razón, de saber hasta qué punto hoy los periódicos se sienten libres de informar sobre lo que quieren o están condicionados por las presiones de los poderes fácticos. Sin duda, no es fácil hoy para ningún diario sentirse completamente libre de presiones, que en unos casos pueden ser del poder político y en otros de la propiedad o de las empresas que hacen vivir el periódico con su publicidad. Pero como en todo el resto de la vida, hay quien sucumbe antes y quien sabe resistir.

Según Colombani, hay periodistas a quienes les gusta por comodidad "autocensurarse" para evitar problemas y quienes saben pelear.

Por eso, en definitiva, los mejores jueces serán los lectores, ya que ellos saben detectar mejor que nadie dónde existe un esfuerzo por defender una información digna e independiente y dónde se sucumbe con mayor facilidad a los halagos del poder. De ahí que haya que estar siempre muy alerta a las quejas de nuestros lectores, por impertinentes que a veces nos puedan parecer, porque de alguna forma son ellos nuestra mejor conciencia crítica.

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