_
_
_
_
Reportaje:

Los conciertos y viajes con más 'pegada'

Las tres empresas cartelistas conviven sin interferirse con reglas no escritas

Son las once de la manana y dos pegacarteles trabajan al unísono, en la misma pared. Sobre ella y abarcándola en su totalidad, el toldo color azul ennegrecido reza Pañería Sedería Red de San Luis. Uno coloca en una franja inferior dos carteles apaisados de un concierto. El otro pega las ofertas de una agencia de viajes en un lateral. Terminada su labor, el primero desaparece a toda velocidad en una furgoneta. El segundo sube a pie la calle Hortaleza Con cubo y escoba en una mano y un carrito de la compra, lleno de carteles, en la otra.Cada uno de ellos ha utilizado su parte de pared, un sitio reservado por el tácito acuerdo entre los grupos (empresas y cartelistas) que se dedican a la pegada. Trato de no agresión que excluye a los grupos piratas, quienes suelen actuar por la noche conforme a la máxima: "Quien pega el último, pega mejor". Para anunciar, convocatorias de partidos politicos, circos o clubes nocturnos, en carteles que los profesionales acusan además, de "estar mal puestos", demasiado húmedos o demasiado secos; en cualquier caso se caen con facilidad.

Más información
"Un trabajo ilegal aunque consentido"

El pegacarteles de a pie trabaja para una agencia de viajes y se ocupa de mantener la zona Centro, de supervisar que sus carteles siguen en su sitio. Dice que es músico, pero no su nombre. Lleva trabajando a intervalos desde 1989 (por eso presume de conocer, "a la gente"). Aunque ganaba más como mensajero, en moto, se "caía muchas veces y esto es más tranquilo".

Más pegas le ve otro profesional, que, prefiere mantenerse en el anonimato. Habla de "una ley de la capa y de la espada", de que "si te vas de la lengua, no trabajas". Aunque este año está muy tranquilo "hubo un tiempo muy chungo", de gran rivalidad entre dos agencias de viajes, cuando salía al curro con un garrote. Pero no le sirvió de mucho. En una ocasión le tiraron el carrito y le amenazaron con una estaca con clavos. Después el agresor le dijo que había tenido suerte porque no era violento.

También recuerda estar trabajando unas 18 horas diarias" en dos turnos, "para demostrar que aguantaba el tirón". Entonces pegaba carteles de música. Considera que "sobrevivir es una asignatura más". Y que la peña que está en esto un día trabaja pegando y al mes siguiente lo hace de albañil. "Somos la generación X; cada mes es una aventura". Su sentido del humor y los dos años que lleva trabajando, le dan, para contar anécdotas.

Como la vez que una persona atravesó, desde el interior de la pared, el cartel que estaba pegando, al grito de "estoy harto de que me tapéis la puerta". Fue por la plaza de Chueca. También por el Centro poso con un extranjero mientras pegaba. Era un policía de Suiza y allí poner carteles es un grave delito. "Le hacía mucha ilusión tomar una foto". Una población flotante de unas 80 personas se dedica a esta labor. El contacto entre los trabajadores y las empresas se hace por la calle, al verlos pegar, o a través de conocidos. Si se llega a un acuerdo puede ser por número de carteles o por un fijo, por contrato. Aquí aparece otra diferencia (además de la motorización, del uso de cola o engrudo) entre los que trabajan para agencias de viaje o academias y los que lo hacen por la música: los primeros contratan directamente. con sus empresas. Los segundos no lo hacen con las casas discográficas, sino con compañías intermedias.

A las tres principales no les interesan los contactos con los medios de comunicación. El Rubio tiene puesto un contestador automático. Con Los Nachos, después de un telefonazo sorpresa, se hace imposible otra conversación. "Estamos con mucho trabajo y no sé si [el jefe] podrá atenderte", se disculpa la secretaria. Darío responde: "Los reportajes son para los artistas. Nosotros no tenemos tiempo, trabajamos mañana, tarde y noche". Antes, había asegurado que funcionaba con "Ias principales multinacionales". Y ofrecido la siguiente lista de precios, según formatos: 70 x 100, 28 pesetas / unidad; 80 x 112, 32 pesetas; 100 x 140, 38 pesetas; 140 x 200, 86. Todo para Madrid Centro y barrios Cercanos. Para fuera de la capital el precio es de 50 pesetas. Y en pueblos de la sierra sube a 80 pesetas.

Los representantes de los grupos musicales les encargan de 3.000 a 5.000 carteles para los conciertos de grupos nacionales [para grupos internacionales, de 10.000 a 15.000]. Depende de su tamaño (menos si son sábanas) y de la duración de la campana y del aforo que quieran conseguir. Manuel, habla del respeto entre las empresas y del reparto de huecos: "En un espacio aparecen todas las ofertas. No queda tan bien como una pared totalmente ocupada por el mismo cartel, pero qué le vamos a hacer".

Las discográficas son el último peldaño de la escalera que va de la calle a, los, grandes despachos. Según el acuerdo a que han llegado con el manager pueden pagar la totalidad de la pegada, un 50% o sólo suministrarles el fotolito [imagen del grupo o del disco]. Esto en las giras; en los conciertos de presentación de discos, las casas pagan "hasta las copas que se consumen", dice Mario Caballero, del departamento de Marketing de la multinacional Ariola. Aunque las salas suelen ofrecerse gratuitamente por cuestión de "nombre" dice Antonio, de Canciller II.

Los carteles son sólo uno de los medios de difusión. Están además las revistas especializadas, la prensa diaria y la radio.

"El chavalito que va por la calle" es el destinatario de este tipo de publicidad, según Antonio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_