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Machín

Hoy hace 19 años que Antonio Machín murió en Madrid. Reposa en el cementerio de San Fernando, en Sevilla. Había llegado a Barcelona desde París en 1939 huyendo precipitadamente de la carnicería mundial organizada por Hitler. Venía con lo puesto; en los bolsillos de la gabardina traía sus maracas.Machín es fundamental en la música popular española. Se adelantó más de medio siglo a las actuales tendencias mestizas, latinas y afrocubanas. Fue bálsamo de ternura y sensualidad para el pueblo en la durísima posguerra. Aquella. España rota y triste se dejó arrullar por el bolero, el son, el chachachá y las maracas de este artista nacido en Sagua la Grande (Cuba) en 1903. Era hijo de un emigrante gallego y, de una cubana llamada Leoncia.

El tuvo bastante que ver en la concepción de muchos españoles nacidos entre 1940 y 1970. Al lado de los angelitos negros, madrecitas del alma querida y demás melodías para todos los públicos, Machín defendía en una de sus más populares canciones, Corazón loco, la compatibilidad de la "esposa y madre a la vez" y la otra, "el amor prohibido a quien no renunciaré". Había que tenerlos bien puestos para decir, eso entonces.

Los devotos madrileños del creador, del Dos gardenias disponen de datos suficientes para un recorrido sentimental por la ciudad en su honor. En 1940 pisó por primera vez nuestros escenarios ganando 25 pesetas por noche. Fue en Conga, una sala de fiestas que había en Tirso de Molina. Se hospedaba en una pensión de la calle de Espoz y Mina, a ocho pesetas diarias. Más tarde, ya popularísimo, abarrotaba Pavillón, Casablanca, Pasapoga o el Circo Price, donde estrenó Angelitos negros, una canción que él había oído a Toña la Negra.

Murió el 4 de agosto de 1977 en su domicilio de la calle de General Mola.

Por cierto, Machín, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale por qué nuestros gobernantes amordazan, drogan, humillan y expulsan a los negritos que llegan aquí huyendo del horror.

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