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España negocia la deportación de 15 inmigrantes a Guinea o Nigeria

Las negociaciones políticas entre España y Guinea continuaron ayer, incluso con la mediación por parte española del ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, con el fin de encontrar una solución para los 15 inmigrantes ilegales que permanecen desde el pasado domingo -Phile Gay Christo, una mujer, sigue huida- en unas dependencias del aeropuerto madrileño de Barajas. La idea es deportarlos a ese país o, a través suyo, a Nigeria.Los contactos diplomáticos se multiplicaron ayer sin resultados. El presidente guineano, Teodoro Obiang, aún no ha sido localizado y, por tanto, no ha tomado ninguna decisión. En cualquier caso, las autoridades guineanas insisten en que los inmigrantes no son de su país y no aceptan bajo ningún concepto su deportación a Malabo. Los negociadores españoles tienen pruebas documentales -billetes, sellos, visados...- de que partieron de esa capital en una avión de Iberia hacia Madrid. Además, España intenta demostrar que pueden ser de Nigeria. Logrado ese paso, se podría negociar con Guinea su traslado a ese país vía Malabo. Todas estas opciones permanecen abiertas.

Las autoridades españolas tienen claro que los inmigrantes son mayoritariamente nigerianos. Ellos aseguran proceder de Liberia, en guerra. Sin embargo, varios intérpretes enviados por Interior les pusieron a prueba y no fueron capaces de localizarla en un mapa de África ni de cantar su himno. Al parecer, su acento tampoco es de ese país.

"Phile no ha escapado"

"Tengo la sensación de que Phile no ha escapado". Cecilia Hearghob desmintió ayer, por otra parte, la versión de la Delegación del Gobierno de que Phile Gay Christo se escapó el pasado miércoles de la policía en los juzgados de la plaza de Castilla, a los que ambas habían sido trasladadas para ser sometidas a un examen médico para determinar su edad. Interior mantenía ayer que la huida no ha sido localizada.Cecilia Hearghob lo vivió de otra manera: "Un hombre y una mujer policía entraron en nuestra habitación y nos dijeron, sólo a las dos, que íbamos a ver al médico, pero no fuimos al del aeropuerto. Nos introdujeron en un coche sin decirnos adonde íbamos. Llegamos a un gran edificio y me hicieron entrar a una sala, donde me dijeron que me desnudara. Yo me negué. Después entró Phile, que también se negó".

"Pedimos ir al baño", añade, "y Phile me dijo: 'Salgamos de aquí ahora. Voy a gritar pidiendo ayuda'. Corrimos y cruzamos la calle, pero no empujamos a ningún policía. Llegamos a un teléfono, llamamos a nuestros compañeros y esperamos a que hablaran con nuestro abogado. Entonces vinieron a buscarnos. La policía me pegó y me llevó al coche. Cuando el agente volvió, Phile, a la que también había pegado, no estaba con él. Pregunté dónde estaba, pero me mandaron callar. Ya no hemos sabido nada de ella".

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