Un paquete bomba hiere de gravedad al dueño de un taller automovilístico de Zaragoza
Herminio Ibáñez Ferrer, de 54 años, sufrió heridas muy graves por la explosión de un paquete bomba, ocurrido a primera hora de a mañana de ayer en el taller de reparación e automóviles que regenta en Catalayud (Zaragoza). Su hijo Sergio, de 22 años, que también resultó afectado, sigue en observación en el hospital bilbilitano, aunque sus heridas son de carácter leve. El secretario de Estado para la Seguridad, Ricardo Martí Fluxa, mostró a primera hora de la tarde sus reservas sobre la autoría del atentado, tanto "por la ausencia de aviso previo, como por los materiales utilizados en la elaboración del artefacto". Pero el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, dijo que la hipótesis más fiable es que sea una acción de ETA.
El jefe superior de policía de Zaragoza, Francisco Lázaro, declaró que "no puede confirmarse" que el atentado sea obra de ETA, aunque se baraja la posibilidad de que el artefacto fuera depositado a la puerta del taller por un grupo legal [no fichado] de esta banda. Según el ministro de Interior, que ayer visitó la cárcel madrileña de Alcalá-Meco, la única hipótesis sobre la que se puede trabajar es que se trata de un atentado más de la campaña veraniega de ETA, informa Herminio Ibáñez y su hijo Sergio encontraron en la puerta del local un paquete dirigido a Talleres Ceiba, minutos antes de las nueve de la mañana, cuando iban a abrir el establecimiento. El taller, especializado en la reparación de vehículos Citroën, está situado en el paseo de San Nicolás, junto a la carretera que conduce a Daroca. Ibáñez depositó el paquete en el banco de trabajo y, al rasgar el papel de estraza con el que iba envuelto, explotó.
Sergio sospechó del contenido, según confirmó el secretario de la delegación del Gobierno en Aragón, Juan José Rubio. "Cuando su padre estaba desenvolviendo el paquete", relató Rubio, "el joven vio un cable azul suelto. Reaccionó e intentó empujar al padre, mientras que él se echaba para atrás en el preciso momento en que el artefacto hacía explosión".
Herminio Ibáñez sufrió graves daños en la mano izquierda, que provocaron su posterior amputación, y el estallido del paquete intestinal. Fue intervenido en el hospital de Calatayud, donde los médicos comprobaron que sufría una herida de 25 centímetros en la pared intestinal, así como "el estallido de cuatro asas intestinales y hemorragia por desgarro del mesentéreo", tras lo que procedieron a la exploración y lavado del peritoneo, según el director del hospital, Antonio Ferrando Lalana.
Amputaciones
La explosión le causó amputaciones completas del primer metacarpio y la primera falange del primer y quinto dedo de la mano izquierda y la destrucción completa de los tendones y los pedículos vasculonerviosos del resto de los dedos, según el parte médico. Los facultativos se vieron "obligados" a la amputación completa de la mano izquierda "por no existir ninguna posibilidad de recomposición".Poco después de las tres y media de la tarde, sedado y entubado, Herminio Ibáñez fue trasladado al hospital Miguel Servet de Zaragoza. Su esposa tuvo que ser asistida de un shock emocional por miembros de la familia ante su gran estado de nerviosismo.
La sorpresa y el temor se adueñaron de los vecinos. Según éstos, Talleres Ceiba es una pequeña sociedad familiar que regentan los dos heridos y un tercer socio, ninguno de los cuales está relacionado con actividades políticas. Algunos vecinos señalaron que en el taller se reparaban coches de la policía y la Guardia Civil, extremo que la Delegación del Gobierno confirmó horas después, aunque precisando que estas reparaciones eran "ocasionales".
Al socio de Herminio Ibáñez, Sebastián Ceamanos, le sorprendió la explosión cuando iba a cruzar la calle, frente a la puerta del taller. "He oído la explosión, me he echado a correr y ya salía el chico corriendo a pedir auxilio", recordaba. Ceamanos, muy nervioso, insistía: "No me he fijado en nada. No sé ni cómo está el taller. Sólo me he preocupado de ayudar a Herminio. Estaba consciente, pero llevaba mucho [en alusión a sus heridas]".
El suelo del taller, cubierto de manchas de sangre, reflejaba la violencia de la explosión. Alfredo Gimeno, trabajador de un establecimiento próximo y que acudió a socorrer a los heridos, aseguraba que le había impresionado ver a Herminio, "porque estaba reventado".
Agujero en el techo
Gimeno relató: "Yo estaba trabajando, he oído la explosión y he salido corriendo. He visto que era en el taller de Herminio, lo hemos metido en un coche y lo hemos subido a la Seguridad Social. Dentro sólo estaba su hijo, que salía corriendo cuando yo he llegado". Tembloroso aún, aseguraba que "nunca había oído nada tan fuerte" y dijo que el banco de trabajo del taller "estaba todo doblado y encima había un agujero en el techo".El taller se encuentra en los bajos de un edificio de viviendas. Exactamente encima de donde se produjo la explosión dormían unos niños, que no sufrieron ningún daño. Las dimensiones del artefacto eran de 20, 40 y 20 centímetros y se encontraba oculto en una caja metálica, envuelta a su vez con periódicos. Un papel de estraza completaba el paquete. La composición de la bomba no había sido desvelada a la hora de redactar esta información.
Según el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxà, alguna persona vio el artefacto en la puerta del taller sobre las siete de la mañana, por lo que se sospecha que fue depositado una o dos horas antes.
El hecho de que el taller estuviera especializado en la reparación y comercialización de automóviles Citroën, da pie a pensar que el atentado fuese una represalia de ETA contra esta marca francesa, aunque fuentes policiales señalan que ésta es "una hipótesis bastante forzada".
Diversas organizaciones empresariales de Zaragoza expresaron su repulsa por el atentado contra Ibáñez, del que señalan que "su único delito es acudir todos los días a su trabajo".
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