Envío sin turrones
En las pasadas navidades decidimos mi mujer y yo alegrar las navidades a nuestros amigos ingleses, y les compramos turrones y mazapanes, y un buen mapa para que nos hicieran una visita. Con el paquete bien envuelto y la dirección bien puesta, me dirígí a la oficina de Correos más cercana a mi casa, que resultó ser la sucursal número 10 de Correos en Madrid, sita en la calle de Fuencarral, entre Quevedo y Bilbao.El ajetreo de la oficina, propio de las fiestas navideñas, cercano al descontrol, no me desmoralizó. Aguanté una cola de más de media hora, pagué 2.830 pesetas por un paquete de 2,3 kilos y salí a la calle, contento, después de todo, de endulzar las navidades a nuestros amigos.
En el mes de febrero recibí la visita de mis amigos, pero sin el mapa. Tampoco recibieron turrones ni mazapanes. Armado de razón e indignación por no haber recibido en dos meses por parte de Correos señal de quién se había comido los dulces, me dispuse a perder una hora con el director de la oficina de Correos número 10. Por supuesto que la perdí. Lo más que conseguí fue una fecha en mi recibo y rellenar un formulario de reclamaciones, del que no me dieron copia.
A los tres meses sin haber recibido mensaje de Correos, me encaminé otra vez a la susodicha oficina. El funcionario que me atendió ya no era el mismo. Se me dijo que los paquetes que iban a Inglaterra y se perdían se habían perdido; de indemnizaciones, por ahora nada de nada; que de reclamar en otro sitio no había posibilidad; que el jefe era él y que su nombre no me lo decía.
En parte de lo que me dijo el jefe tenía razón: no hay forma humana de obtener una explicación de Correos. A día de hoy, justamente siete meses después, que escribo esta carta, no he encontrado otro camino para reclamar que volver a rellenar el mismo formulario que rellené en el mes de febrero. No hay dirección de atención al público, ni de calidad, ni nada de nada.
Prometo que mis amigos ingleses, el año que viene, comerán turrón, pero también prometo que lo enviaré por otro medio que no sea Correos. Y al que el PP privatice, san Pedro se la bendiga, y si no, al tiempo.-
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