Algunos expulsados a Malí usan el dinero que les dio Interior para intentar volver a Europa
Ba Sadio sigue siendo un inmigrante ilegal, pero ahora, además es rico. Ha utilizado las 50.000 pesetas que le pagó el Gobierno español por aceptar su repatriación a Malí para emprender de nuevo el camino hacia Europa. Ba Sadio -uno de los 103 africanos expulsados de España a finales de junio- ya ha llegado a Niamey (Níger). Desde allí le ha mandado sus bendiciones al abogado de Bamako que le gestionó la indemnización: "Sólo Dios puede agradecerle lo que ha hecho por mí". El vicecónsul honorario de España en Malí, el abogado Idrissa Traore, cree probable que algunos de los inmigrantes puedan utilizar el dinero para volver a Europa: "¿Quién sabe si no han llegado ya?", se preguntó ayer en tono de sorna.
España pagó por que se bajaran del avión. Así se deduce de la reconstrucción de los hechos, que se desarrollaron en la noche del 23 al 24 de junio, efectuada ayer para EL PAÍS por dos de los testigos presenciales: el vicecónsul Idrissa Traore y el traductor Mamadou Hubert Sissolo: "Cuando el avión militar llegó, los inmigrantes no querían bajar. Sabíamos, por el origen de sus apellidos, que todos eran de Malí, pero ellos nos dijeron lo contrario. Unos decían que eran de Chad, otros de Etiopía, de Costa de Marfil o de Somalia. Ninguno, qué casualidad, reconocía ser de Malí.El director de la policía del aeropuerto subió al avión, y les habló: "Si sois malienses, estais en vuestra casa, porque Malí recibe a sus hijos; pero si sois de cualquier otro país hermano de África, también podeis bajar y abandonar esa vida errante". No hubo resultado. Ninguno quería bajar. Decidieron pasar esa noche en el avión junto a los policías españoles.
La tensión se iba haciendo más evidente a medida que las horas pasaban. Las autoridades de Malí -ya había sido avisado el ministro de Asuntos Exteriores- decidieron negociar con los funcionarios españoles y también con un portavoz de los inmigrantes. Fueron elegidos dos, pero quien llevaba la voz cantante era Ba Sadio.
Desde el principio puso sus condiciones. Lo explica Idrissa Traore: "Querían dinero. También que no hubiese ningún tipo de represalia, pero sobre todo dinero. No había servido el discurso de la patria ni el de la familia. Se habían ido de aquí porque querían una vida mejor y muchos de ellos, después de tantos años fuera, apenas conservaban familia. Hay que tener en cuenta que la mayoría llegó a España desde Marruecos o Argelia, donde se habían visto obligados a trabajar para pagarse el viaje".
Los funcionarios españoles, tras la mediación del embajador en Mauritania, Juan María López Aguilar, que debió desplazarse expresamente a Malí, comenzaron a ceder. "En cuanto se empezaron a introducir cifras en las conversaciones", relata Mamadou Hubert Sissoko, "los inmigrantes cambiaron de actitud. Nunca llegaron a reconocer abiertamente que eran de Malí, pero sí se mostraron más alegres".
Traore muestra con orgullo su triunfo. Un papel, cuadriculado como de una libreta escolar, en el que están estampadas las firmas de los 19 inmigrantes y, debajo, su firma y la del embajador español en Mauritania.
"Fondo de reinserción"
"Los repatriados desde España", reza el papel, "atestiguamos que hemos recibido 5.000 francos franceses [unas 125.000 pesetas] como fondo de reinserción". El resto del dinero hasta completar los 10.000 francos por persona [unas 250.000 pesetas provenientes de los fondos reservados de Interior] les fueron entregados por López Aguilar el domingo 7 de julio.El vicecónsul honorario de España desmiente que los inmigrantes fueran maltratados en algún momento: "Tanto la policía española como las autoridades de Malí se portaron de forma exquisita. Al final, por los resultados, más que una repatriación dolorosa fue una transacción comercial. Los inmigrantes salieron ganando en esta ocasión. Aquí llega cada semana un avión francés con decenas de inmigrantes expulsados que no reciben ni un franco".
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