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España se agarra a la épica para pasar a cuartos

El equipo de Clemente gana ante Australia por 3-2 tras remontar un 0-2

Otro gol agónico, otra sesión de épica, colocó a España en los cuartos de final. Lo tuvo todo perdido (0-2 a los 12 minutos), pero la pelea constante y una cuantas gotas de suerte, esa flor que acompaña últimamente al equipo, permitió la hombrada. España está en cuartos.El equipo de Clemente saltó al campo cuando lo hizo Lardín, allá por el minuto 31. Antes, durante la primera media hora, no estuvo. Al menos, en espíritu. Sobre el césped había 22 jugadores desde el pitido inicial, pero los de la camiseta roja fue como si no estuvieran. Hasta que apareció Lardín para despertar a los suyos. Fue dar la primera carrera el eléctrico jugador del Espanyol y cambiarse el partido. España terminó de salir de su sopor diez minutos después, cuando Raúl hurgó en su chistera y sacó un gol maravilloso.

El tanto de Raúl fue de museo. Colocó la pelota en una escuadra en el lanzamiento directo de una falta desde la izquierda. El vuelo del balón hasta alcanzar la red dibujó una curva preciosa, la suficiente para sortear a la barrera y superar a Juric. El gol no sólo alegró la vista; también inyectó confianza a España, que hasta entonces se sentía eliminada.

Porque en esa primera media hora en la que España no estuvo, al menos en espíritu, Australia dio un baile y dejó el asunto casi cerrado. Abanderados por el punta Vidmar, nuevo fichaje del Tenerife, el rival exprimió al máximo la inexplicable debilidad defensiva con la que amaneció España. Sobre todo, ridiculizó su estrategia del fuera de juego. Se iba hacia arriba la zaga española, convencida de cazar como pardillos a los atacantes australianos, y acababa sonrojada una y otra vez. La cosa le costó un gol a los dos minutos y otro a los 12, ambos firmados por Vidmar. Al cuarto de hora, por tanto, España lo tenía todo perdido. Porque, además, las fuerzas, cuando se juega el tercer partido en el plazo de cinco días, no parecían estar para levantar un 0-2.

Sin embargo, la salida de Lardín y, sobre todo el golazo de Raúl, invirtieron el panorama. El empate le valía a España para pasar. El cielo, por tanto, estaba ya sólo a tiro de un gol. Y el equipo olímpico se lanzó a por él con determinación, decidido a darlo todo por conseguirlo.

Con España tirada literalmente sobre el área contraria y Australia a la espera de emboscadas a la contra, la segunda parte ofreció una gran sesión de fútbol. Uno de esos juegos de ida y vuelta que se echaban de menos en este deporte. Las ideas, como el oxígeno, se fueron agotando con el paso de los minutos, pero el espectáculo, por la incertidumbre del desenlace, duró hasta el final. Más allá incluso de que la zurda de Santi se encontrara ese balón en el área pequeña que empujó a España hasta el cielo.

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