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Política de seguridad para Centroamérica

Bajo el patrocinio de la Unesco, los militares de los países de Centroamerica se han reunido recientemente en El Salvador para hablar no de guerra, sino de cultura de paz. Ministros de Defensa, jefes de Estado Mayor y militares de alta graduación de los cuatro países centroamericanos que cuentan con fuerzas armadas (Costa Rica y Panamá han abolido ya sus ejércitos) han conversado durante dos días, y con niveles inauditos de franqueza, del fin de la "doctrina de la seguridad nacional", de la manipulación a que estuvieron sometidos durante la guerra fría, del ineludible compromiso de los ejércitos de esta región en consolidar la democracia y los derechos humanos en la zona, de la urgencia de "plantar batalla" a la pobreza y a la injusticia, de los problemas que plantea la reducción de los ejércitos y la desmovilización y reinserción de las guerrillas, y de la necesidad de poner en marcha una nueva doctrina, bautizada como "seguridad democrática", en un reciente Tratado Centroamericano, que sea compatible con el nuevo concepto de "seguridad humana" preconizado desde Naciones Unidas y otros organismos internacionales.Quienes hemos tenido la oportunidad de participar en este histórico encuentro, titulado Foro Militar Centroamericano para la Cultura de Paz, somos testigos del compromiso adquirido en la declaración final del mismo, uno de cuyos puntos señala el convencimiento de que "la paz firme y duradera se fundamenta en la justicia social, la solidaridad y la equidad, lo cual no es factible sin desarrollo económico y social que se traduzca en el mejoramiento de la calidad de la vida de todos los sectores sociales. Para que Centroamérica sea una, región de paz, libertad, democracia y desarrollo, se requiere que sea también una zona donde se superen las desigualdades y se respeten plenamente los derechos humanos de sus habitantes".

Los militares han aceptado también la voluntad de sus gobernantes de hacer de la región una "zona de paz", por lo que se comprometen a desarrollar medidas de transparencia, cooperación y confianza mutua, en armonía con las iniciativas de cultura de paz que la Unesco promueve en la región, concebida como el conjunto de valores éticos, de los usos y costumbres y modelos de comportamiento que traducen, inspirándose en ellos: el respeto a la vida, a la persona humana, de su dignidad y de sus derechos, el rechazo de la violencia, el reconocimiento de la igualdad de los derechos de las mujeres y de los hombres y la adhesión a los principios de democracia, libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, aceptación de la diferencia y comprensión tanto entres las naciones y los países como entre los grupos étnicos, religiosos, culturales y sociales y entre las personas.

Como resultado de los acuerdos de paz en Nicaragua y El Salvador, las fuerzas armadas de estos países han sufrido una profunda transformación, por depuración de sus elementos represivos y reducción general de efectivos. En Guatemala, próxima la firma de los acuerdos de paz, sucede otro tanto. Eliminado el sustento ideológico de la guerra fría y la ayuda estadounidense para combatir las guerrillas, los ejércitos centroamericanos se han encontrado, de golpe con una situación de "desarme ideológico" y con una nueva realidad política y social que han aceptado con rapidez, con lo que los ejércitos han pasado de ser un insalvable obstáculo para la paz a un elemento esencial para el cambio y la recónciliación.

Es un proceso aún no finalizado y que demandará nuevos sacrificios, más actos de acercamiento a la sociedad y el fin de la impunidad para algunos de sus miembros, ya que en Centroamérica todavía se practica el secuestro, el asesinato y la intimidación desde los cuerpos de seguridad. No cable hablar de nueva seguridad, ni de nueva legitimidad para las fuerzas armadas centroamericanas si no hay un empeño claro y un compromiso rotundo en terminar con la impunidad. El foro servirá sin duda a este objetivo al afianzar el convencimiento de los militares de que las auténticas amenazas que debe afrontar Centroamérica son de carácter económico, social y político. Finalizar con el militarismo y el tutelaje político de las fuerzas armadas en esta zona, no obstante, dependerá también de los compromisos de otros sectores, particularmente en lo referente al saneamiento de los partidos y la reforma y mejora de los aparatos judiciales y policiales, hoy incapaces de afrontar la creciente delincuencia y violencia social derivada de la pobreza y marginación.

El mensaje del foro es claro: el enemigo es la pobreza y no la vencen los militares, sino el compromiso de todos los sectores de la sociedad para acabar con las causas estructurales. Los militares han dado un segundo mensaje: no serán ya el obstáculo para las transformaciones. Es más, han centrado la nueva doctrina de la seguridad, en señalar esas causas estructurales, diferenciando lo que. es seguridad (tarea fundamentalmente política) con defensa (militar). La moraleja podría ser: aceptamos reducimos a la mínima expresión, porque ya, -no hay amenazas militares, y trabajaremos cooperadamente para que eso continúe siendo así; pero ustedes (los políticos) cumplan con sus obligaciones y resuelvan los problemas que no permíten a la gente sentirse segura y con esperanza y dignidad.

Buena parte del foro ha servido para que el "hermano rezagado" en cuanto a acuerdos de paz, Guatemala, tome nota de las experiencias y compromisos adquiridos por otros países. En este sentido, la Unesco ha invitado a todos los presentes a cooperar en los proyectos de la desmovilización y reinserción que Guatemala habrá de poner en marcha en los próximos meses, a modernizar el sistema judicial de este país, a terminar con la impunidad de todos los aparatos del Estado y a un puñado de medidas que posibilitarán la consolidación de una cultura de paz en el país y la región. Sería realmente positivo, y ello fue comentado en el foro, que los países donantes de ayuda al desarrollo (AOD) entendieran que esos aspectos deberían ser la médula espinal de la cooperación, puesto que, sin su buen funcionamiento, los países no, pueden salir de la espiral de violencia y miseria. Noruega lo ha entendido perfectamente, y centrará su AOD en estos aspectos. España no debería ser menos. En Guatemala y Centroamérica así lo esperan.

Vicenç Fisas es investigador sobre desarme del centro Unesco de Cataluña

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