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FERIA DE VALENCIA

Bomboncitos de lujo

Unos bomboncitos repartieron por ahí... Seis.Llegó José Luis Marca, que es el ganadero, abrió la caja, sacó seis bomboncitos y dijo "Hale, muchachos, a disfrutarlos". Bueno, a lo mejor no lo dijo, pero seguro que lo pensó. Seis bomboncitos para tres novilleros con hambre de triunfo y sensible paladar, menudo lujo.

Ya no es seguro, sin embargo, que los novilleros tuvieran tanta hambre ni tan sensible el paladar. Los novilleros a veces parece que están ahítos. Y este debió de ser el caso pues la dulzura intensa de los novillos de José Luis Marca les empalagaba; sólo les servía para dar pases voluntariosos, mecánicos, repetitivos, sin gozo ni sentimiento alguno.

Habrá que averiguar si José Luis Marca escogió uno a uno los seis bombones o metió la mano en la caja y los sacó indiscriminadamente. No es cuestión baladí. Ganadero que seleccione una corrida y acierte a reunir seis bombones, demuestra su ojo clínico; ganadero que sin escoger ni nada manda la corrida y sale entera exquisita, ya se puede comparar con el mismísimo emperador de la China.

Marca / Calvo, Blázquez, Dávila

Novillos de José Luis Marca, chicos (Iº y 2º, diminutos), escasos y cómodos de cabeza, varios sospechosos de afeitado, flojos, encastados y de dulce embestir. José Calvo: estocada ladeada perdiendo la muleta (petición y vuelta); estocada perpendicular perdiendo la muleta, rueda de peones y descabello (oreja). Raúl Blázquez: pinchazo hondo trasero (escasa petición y vuelta); estocada perdiendo la muleta y rueda de peones (oreja). Dávila Miura: dos pinchazos y estocada que asoma por abajo (algunas palmas cuando saluda por su cuenta); estocada saliendo encunado y rueda vertiginosa de peones (oreja). Plaza de Valencia, 22 de julio. 3ª corrida de feria. Media entrada.

Se sospecha que José Luis Marca es de los segundos porque en la pasada feria de Fallas envió una novillada excelente de encastada nobleza, y uno ya está mayorcito para creer en las casualidades. A lo mejor es que José Luis Marca posee la piedra filosofal o guarda en su cortijo el oro del Rhin. O bien -dicho sea en terminología taurina- ha sabido conservar la simiente pura de la casta auténtica del toro de lidia, lo cual tiene un valor incalculable en estos tiempos de ruina y descastamiento general de las ganaderías de bravo.

De todos modos quizá tampoco sea momento de echar las campanas al vuelo. Puestos a elegir, uno preferiría la novillada que envió Marca en Fallas, mientras a la de la Feria de Julio le reprocharía su excesiva dulzura. En lo que a la crianza y selección del ganado se refiere, la experiencia dicta que la bondad desmedida conduce irremediablemente a la mansedumbre. O sea que cuidado con el azúcar.

Saltaron, en fin, a la arena esos seis bomboncitos de lujo, se encontraron con ellos tres novilleros en edad de merecer, les pegaron pases, cortaron cada uno la consabida orejita, se marcharon con ella más cortentos que unas pascuas, y según desaparecían por el portón de cuadrillas el público iba olvidando lo que acababan de hacer.

José Calvo, Raúl Blázquez y Dávila Miura, los tres novilleros en edad de merecer, pegaron pases al estilo uniforme que ha impuesto la tauromaquia contemporánea. Llegan a intercambiarse en el orden de lidia y ni siquiera nos habríamos dado cuenta: los tres eran calco uno de otro.

Ninguno se cruzó: los tres toreaban fuera-cacho. Ninguno ligó los pases ganándole el terreno al toro: los tres perdían un paso o cuantos hicieran falta. Ninguno arrancó ese olé arrebatado que provoca la emoción de una suerte ejecutada a modo: los tres cifraban en el pase de pecho y el desplante pinturero los recursos para conmover al personal y conseguir la orejita. Ninguno se preocupó de aplicar el adecuado repertorio de muletazos a las condiciones de cada novillo, construir las faenas en el tiempo y en el lugar debidos: los tres se ponían a pegar derechazos (y algún natural) como si les hubiera dado un ataque.

Aportando mucha voluntad, profunda vocación analítica y no poco optimismo podría matizarse que José Calvo trataba de interpretar el toreo con esmerado sentido estético, Raúl Blázquez con arrojo y reciedumbre, Dávila Miura con seriedad y clasicismo,

Y quizá fuera así. Pero quien está decidido a ser de verdad torero no se complica tanto la vida. Cogen esos seis bombones los novilleros de hace apenas una década y se los quieren comer con patatas, y ciñen las suertes, y las ligan, y ponen la plaza boca abajo, y se llevan las doce orejas en el esportón, y salen a hombros en loor de multitud, y hay una conmoción en Valencia, y que dan consagrados figuras del toreo.

Sólo por torear, ya ves. Cosas raras de otros tiempos.

Alcalareño mejora

El banderillero Alcalareño, herido muy grave en la corrida del sábado, ha experimentado una notable mejoría, según José María Aragón, el cirujano que le intervino las cornadas."El torero se encuentra bien, dentro de la gravedad, sin fiebre", manifestó a Efe el doctor, "y espero que dentro de unas tres semanas pueda comenzar la rehabilitación para reaparecer."

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