"El riesgo de los toros atrae al joven"
Consolación González,, una etnógrafa de 49 años, lleva 20 investigando las fiestas de la región. Esta madrileña dirige un proyecto de investigación, financiado por la Comunidad sobre las fiestas de verano y que se convertirá en un libro.Pregunta. ¿Por qué decidió dedicarse al estudio de las fiestas?
Respuesta. Desde que empecé a dedicarme a la etnografía, me pareció muy interesante, porque no era algo fósil, sino algo móvil donde se reflejan, de año en año, los cambios en la vida del hombre, por muy invariables que sean algunos elementos.
P. En Madrid, fiesta es sinónimo de toros, ¿por qué?
R. Casi le diría que es como una moda en la que tiene mucho que ver el factor económico, los ingresos que genera. Además, la afición taurina en España es algo vivo, y el riesgo atrae a la juventud. No hay que ir sólo a los encierros; fíjese en esos que se tiran con un cable desde lo alto de una torre.
P. Las fiestas de verano se parecen mucho entre sí, ¿no?
R. Hay bastante uniformidad, ha sido el principal cambio. Los pueblos pequeños, que son los que más conservan su personalidad, quieren emular a sus vecinos. Sus ayuntamientos ven las fiestas como una herramienta para conseguir votos, y los hosteleros, ingresos. En casi todos hay encierros, peñas, misses -que se puede considerar la sucesión de la elección de la maya- u ofrendas florales importadas de Levante.
P. También hay mucha paella gigante y caldereta multitudinaria.
R. Sí, abunda mucho el intentar que haya algún acto en el que colabore toda la comunidad. Ahí tiene un papel importante el afán de protagonismo de las corporaciones, que quieren dar una muestra de su generosidad.
P. La tradición es el argumento esgrimido por muchos a la hora de defender los encierros, ¿existe en Madrid?
R. Sí; ha sido algo tradicional de Madrid, sobre todo en la zona ganadera, aunque no estaba muy extendido. El encierro era una parte más del ritual de las corridas; era el traslado por campo abierto de las reses que se iban a torear desde la finca donde habían estado pastando hasta el coso. Ha ido evolucionando -por la falta de caballos que arropasen las reses- hasta los encierros que hoy conocemos -por las calles-, que no creo que tengan más de cuarenta años y que se han generalizado gracias a la influencia de los sanfermines. En algunos sitios se conserva el encierro por el campo, pero se corren los toros.
P. En cuestiones tan polémicas como las carreras de gallos o el toro embolado, ¿cuál es el punto de vista de una etnógrafa?
R. Yo creo que le han descontextualizado y se les ha dado demasiada importancia. Por ejemplo, comprendo que, en las carreras de gallos, tener ahí al animal hasta que consigues matarlo es algo realmente cruento y bárbaro. Pero también hay que analizarlo desde el otro punto de vista: el del mozo que lo está realizando, que lo que quiere es demostrar su valentía, su habilidad, fuerza y destreza. Dialogando se puede llegar a una solución.
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