Técnicos españoles en la organización

Lluís Bassat, el hombre que ideó y dirigió la inolvidable ceremonia de inauguración en Barcelona 92, todavía recuerda con prevención aquellos paseos secretos y nocturnos hasta un campo de tiro cercano al estadio de Montjuic. Le habían ofrecido la extravagante idea de encender el fuego olímpico con el lanzamiento de una flecha. "Está bien, pero sólo daré mi aprobación cuando el arquero repita el tiro cien veces", les dijo a sus asesores. Aquella idea se concretó en uno de los momentos más imprevistos y espectaculares que se han visto en los Juegos. Pero también fue una manera de demostrar la imaginación, la tenacidad y la previsión de los organizadores y de la gente que se encargó de la ceremonia.Bassat está ahora en Atlanta. En los últimos meses ha viajado cuatro veces a la sede de los Juegos Olímpicos. Este veterano propietario de una agencia de publicidad fue reclamado hace dos años por Juan Antonio Samaranch para prestar su asesoramiento a los encargados de la apertura de los Juegos, "algo que no hicieron los responsables de Seúl con nosotros", añade.

Las felicitaciones fueron constantes, dice Bassat, que considera que la apertura de Barcelona cambió las referencias de las inauguraciones de las ceremonias olímpicas: "Nadie se esperaba que alcanzáramos semejante nivel. Sabíamos que iban a escrutamos. Aquí, fallan y nadie se lo reprocha". Con un grupo de 165 personas, contratadas especialmente para la ocasión, produjo un espectáculo que tuvo forma y concepto. "Meses antes hicimos una encuesta en el extranjero y todo lo que salía de España era la siesta, el vino barato, los toros, el vuelva usted mañana y las mujeres guapas. Nos propusimos romper con todos esos tópicos y lo conseguimos".

Varios de los consejos de Basat han sido aceptados por los organizadores de la ceremonia de Atlanta "les dije que tenían que hacer un esfuerzo por mandar algún mensaje concreto debajo de tanta forma y les comenté, por ejemplo, que era un buen momento para hablar del mestizaje, de un país que se ha hecho con el aluvión de todas las razas y países" y también fueron atendidos sus consejos sobre los especialistas que debían utilizar. Al menos tres de los más importante -las coreógrafas Judy Chabola y Ana Dóminguez y el director de vestuario Peter Minshall- han sido reclutados para la ceremonia de Atlanta.

Con un deje de nostalgia en aquella apertura de Barcelona, Lluís Bassat se refiere a lo que ha visto en Atlanta en términos satisfactorios -"lo harán bien"- pero concede que el formidable éxito del 92 será difícilmente repetible. La prudencia le obliga a no pronunciar la palabra exacta: irrepetible.