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Tribuna
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Viajeros

Rosa Montero

En estos días la gente sólo piensa en una cosa: en las ricas vacaciones que vendrán o en la pena de las vacaciones que ya han sido. Pero conviene recordar que no sólo viajamos nosotros en el mundo. Para las próximas semanas, por ejemplo, anuncian una marea negra de pateras. Los desesperados emigrantes del profundo Sur aprovechan los meses del buen tiempo para echarse a la mar y la mitad ahogarse.También deben de andar todavía por ahí los 103 africanos ilegales de Melilla que fueron deportados el mes pasado, en una operación fulminante y silenciosa, a Mali, Senegal y Guinea-Bissau. El problema es que los emigrantes no procedían, al parecer, de estos países, sino de otros. Me pregunto qué habrá sido de ellos. Si habrán regresado ya a sus casas o andarán perdidos por el centro de África.

Es verdad que España no tiene capacidad para acoger un río infinito de emigrantes hambrientos. Pero hay maneras y maneras de aplicar las leyes. Mayor parece ser un político brillante, pero a lo peor es demasiado listo. Quiero decir que despachó el problema de los 103 africanos con una frialdad un poco aterradora. Prometió aumentar la cooperación con Guinea-Bissau, Mali y Senegal, pueblos paupérrimos, si se hacían cargo del centenar de hombres: es como un comercio de esclavos, pero a la inversa, a tantas pesetas el kilo de ilegal. No creo que la cooperación esté para eso ni que se deban hacer las cosas de ese modo, con esa inclemencia sigilosa y drástica, abusando del inmenso poder del Estado frente a unos pobres hombres traídos y llevados como paquetes. Este verano, mientras viajamos por las playas festivas, recordemos a esos otros viajeros. A los que ahora están intentando llegar a nuestras costas desde el dolor y la miseria. Y a los que deportaremos con horrible eficacia.

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