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TOUR 96

Los italianos no se encuentran

Para los transalpinos, el Tour se ha convertido en una tortura

Carlos Arribas

Algo le pasa al ciclismo italiano, a los devastadores corredores que a principios de temporada asustaban. Este discurso, ya un tópico, se repite julio tras julio desde hace años, pero en este Tour parece haber más razones. Ya de entrada se aceptaba que no iban a ser protagonistas de la carrera, algo que no consiguen de pleno derecho desde el Chiappucci del 92. No se trata, pues, de recordar de nuevo que no ganan el Tour desde que Gimondi lo hiciera en 1965, una tarea para la que no están aún preparados, sino de hablar de que en este Tour ni siquiera ganan etapas, su especialidad última. Hasta un pequeño escalador colombiano les baila el agua, como hizo Chepe González con Elli y Fincato. Sólo una victoria llevan este año, y gracias al inevitable Cipollini.Y, sin embargo, cualquier director, español o de otro país, coge una revista de ciclismo italiana y al hojearla no puede evitar lanzar un suspiro de envidia. Cada página es un reportaje de un corredor de clase: Colombo, Bartoli, Bortolami, Zaina, Faustini, Zanette, Gotti, Bertolini, Piccoli, Piepoli, Belli, Faresin, Massi, Noé, Fontanelli, Guidi, Guerini... Una lista interminable de corredores fichables y eso sin tener en cuanta a los consagrados, a los de vuelta o a los sprinters. Toda esa riqueza llega julio y se acaba. Después, en agosto, volverá a tomar las riendas.

Entrenamiento de calidad

Una de las razones es que cada vez se ha agudizado más el valor de la preparación invernal. Los italianos son los maestros en el arte del entrenamiento de calidad. La multitud de equipos que apadrinan -14 esta temporada-, por otra parte, les fuerza a una competencia feroz. Hasta las carreras de febrero, antaño de calentamiento, ya son objetivo prioritario de algunos corredores. Cuanto antes se consiga una victoria, sea donde sea, antes se rentabiliza la inversión. Estar al 100% de fuerza y motivación en febrero, marzo, abril, mayo, junio, hasta octubre es imposible. La temporada italiana alcanza su clímax en el Giro (junio) y después, el descanso o el castigo.El Tour, la carrera más publicitada y seguida en todo el mundo, no ofrece alicientes para los ciclistas italianos, para quienes el Tour es una tortura. Faltos de un corredor que pudiera aspirar a la victoria final, los italianos antes la planteaban como una razzia de etapas o como un escaparate para sus Pantanis. Para ello aprovechaban las etapas como las de estos días: terreno tortuoso y una general mínimamente asentada, simiente de escapadas bidón. Pero este año, ni eso. "Cuando falla la cabeza, si la tienen en otro sitio, las piernas, por muy bien que estén no sirven de nada", dice Ferretti, director del MG. Ni siquiera se animan con una victoria en el Tour en perspectiva

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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