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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Explicación pendiente

LA CONDENA del juez Pascual Estevill y su obligada expulsión del Consejo General Poder Judicial (CGPJ) han dejado en muy mal lugar a quienes le propusieron para este cargo y le mantuvieron en él contra viento y marea cuando había razones más que suficientes para haberlo destituido. Pero en lugar de reconocer el error cometido, sus padrinos y defensores han pretendido ocultarlo o diluir responsabilidades.Convergéncia i Unió, formación política que propuso en 1994 al entonces juez Pascual Estevill como vocal del Poder Judicial, ha optado por repartir las culpas entre todas las fuerzas parlamentarias. Pero si alguien debe asumir las responsabilidades por aquella decisión tan disparatada es, en primer lugar, CiU. Pascual Estevill era su candidato dentro del nefasto sistema de cuotas con el que los partidos han pervertido la elección parlamentaria de los vocales del Consejo.

Pujol dice ahora que el resto de los partidos podrían haber bloqueado ese nombramiento. Todos los partidos que participaron en la renovación del Consejo votaron en bloque a todos los candidatos previamente consensuados. Pero ¿cómo habría reaccionado CiU si le hubiesen tirado por tierra a su candidato y negado su parte alícuota de influencia en el órgano de gobierno de los jueces? Sus dirigentes, con Pujol a la cabeza, habrían puesto el grito en el cielo.

Pujol no ha explicado por qué la coalición que dirige propuso para vocal del Consejo Judicial a un antiguo abogado de inquietante trayectoria profesional, convertido en su madurez en un juez de perfiles aún más inquietantes. Ésa es una explicación que se sigue echando en falta por su parte y que no puede descargar sobre otros. Más aún cuando en el momento de proponerle como candidato ya tenía abierto un sumario por prevaricación en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, causa por la que acaba de condenarlo el Supremo. CiU lo presentó a pesar incluso del rechazo mostrado en medios empresariales de Barcelona que ya habían sido víctimas de las prácticas de extorsión de este juez. Duran i Lleida reconoció ayer que la propuesta de nombrar a Pascual Estevill fue un error. Algo es algo. Pero además de reconocer el error habría que explicar por qué se cometió.

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Parecida actitud esquiva -como si el asunto no fuera con ellos- ha tenido el sector -del CGPJ que ha permitido que Estevill formara parte de esta institución más tiempo del debido. El todavía vicepresidente del Poder Judicial, José Luis Manzanares, abanderado de la minoría de vocales conservadores que hizo causa común con Pascual Estevill en contra de su destitución como vocal, ha optado esta vez por el silencio. Lo mismo ha hecho la ex, vocal del Consejo y actual ministra de Justicia, Margarita Mariscal de Gante, firme defensora también de Pascual Estevill. En el caso de Manzanares esa actitud podría incluso ser tenida por prudente en alguien dado a la facundia verbal y a las declaraciones incendiarias sobre la responsabilidad de los políticos. Pero en esta ocasión su deber como el de Mariscal de Gante- era dar alguna explicación. No la han dado. Y mucho menos ha habido el menor atisbo de autocrítica por parte de estos dos antiguos compañeros de Estevill en el Consejo. Su fulminante destitución tras la condena del Supremo no basta para saldar lenidades anteriores frente a quien estaba procesado por prevaricación y había realizado serios intentos de prevalerse de su cargo de vocal en provecho propio.

Unos y otros -CiU, por proponer a Pascual Estevill como vocal, y el grupo de vocales que le han defendido a ultranza- deben todavía una explicación a los ciudadanos sobre su comportamiento en un asunto que ha causado un serio deterioro institucional. No es de recibo que traten de diluir en los demás las responsabilidades propias.

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