Cárcel para el 'patrón rojo'
El presidente de los ferrocarriles franceses ingresa en prisión por malversación de fondos
Loïk Le Floch-Prigent, presidente de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) de Francia y célebre patrón rojo, durmió en prisión la pasada noche. Le Floch-Prigent fue procesado el jueves por la tarde, acusado de malversación de fondos, abuso de confianza, difusión de falsas informaciones y presentación de balances falsos, por hechos que se remontan a la época en que presidía Elf-Aquitaine, primera empresa industrial francesa. Le Floch-Prigent fue en ese periodo consejero del Banco Central Hispano, en el que Elf tiene un 3%. Su ingreso en prisión constituye un mazazo para los 180.000 trabajadores de la SNCF y para toda Francia. Nunca antes había sido encarcelado un empresario de tanta importancia.Las hechos que se fe imputan a Loïk Le Floch-Prigent ocurrieron entre 1988 y 1993, anos en que éste era todopoderoso presidente de Elf e invirtió 787 millones de francos (casi 20.000 millones de pesetas) en un fallido salvamento del consorcio textil Bidermann. El presidente del grupo textil, Maurice Bidermann, también procesado, era amigo de Le Floch-Prigenít.
Cuando la juez Eva Joly empezó a investigar esa operación, en 1993, descubrió algunos asuntos colaterales: una presunta caja negra en la división inmobiliaria de Elf y algunas actuaciones confusas por parte de Fatima Belaid, que en la época compatibilizaba su condición de esposa de Le Floch-Prigent con la presidencia de la Fundación Elf.
El ingreso en prisión del empresario, solicitado por el fiscal para evitar "presiones a testigos" y por razones de "alarma social", fue un acontecimiento singular en la historia reciente de Francia. No menos singular es la personalidad de Le Floch-Prigent, el más célebre, poderoso y competente de los empresarios socialistas, un hombre que no pasó por las grandes escuelas (ENA y Politécnica) y, por, tanto, permaneció ajeno a la red de altos tecnócratas que dominan la economía y, hasta cierto punto, la política francesa.
Le Floch-Prigent, nacido en Brest (Bretaña) en 1.943, en una familia de la burguesía conservadora provincial, optó por estudiar en la Politécnica de Grenoble y en la Universidad de Missouri (Estados Unidos), y por afiliarse al Partido Socialista en 1971. En 1981, tras la llegada de François Mitterrand a la presidencia, fue nombrado jefe de gabinete del ministro de Industria. Y en 1982 saltó a la presidencia de la empresa química Rhône-Poulenc, donde puso fin a las pérdidas endémicas y obtuvo formidables beneficios. El éxito se repitió entre 1989 y 1993 en Elf, aunque algunos percibieron en la época síntomas de megalomanía: se casó por segunda vez y colocó a su nueva esposa al frente de la fundación del grupo, empezó a hablar de sí mismo en tercera persona y se embarcó en algunos proyectos dudosos, como el de Bidermann.
El balance global de su paso por Elf fue, sin embargo, muy positivo. Y todo parece indicar que las inversiones en Bidermann fueron sugeridas, u ordenadas, desde el Gobierno o la presidencia. Otras empresas públicas, como Crédit Lyonnais o AGF, invirtieron igualmente en el maltrecho consorcio textil. Se trataba de salvar empleos a toda costa, antes de las cruciales elecciones legislativas de 1993.
Las elecciones fueron una catástrofe para la izquierda, y Le Floch-Prigent tuvo que abandonar Elf y desplazarse a la más modesta presidencia, de Gas de Francia. Allí languideció hasta el pasado mes de enero. Una oleada de huelgas, había paralizado el país durante todo el mes de diciembre, y la SNCF, epicentro del conflicto, parecía herida de muerte. Jacques Chirac necesitaba alguien carismático para los ferrocarriles, y decidió que su hombre era el rojo Le Floch-Prigent.
En seis meses, el empresario que se califica a sí mismo como oveja negra devolvió el ánimo a la empresa, se ganó la confianza de los sindicatos y logró pactar un plan de viabilidad aprobado en junio. Ayer, los sindicatos de ferroviarios calificaron de "positivo" el trabajo de su presidente y lamentaron su encarcelamiento. El abogado de Le Floch-Prigent pidió ayer la puesta en libertad de su cliente. Si el miércoles sigue en prisión, el Consejo de Ministros no tendrá otra opción que sustituirle al frente de la SNCF.
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