"La arquitectura tiene que pensarse para durar"
Kenneth Frampton (Londres, 1930) es uno de los críticos de arquitectura más influyentes. Sus libros, artículos y clases son seguidas con fruición por millones de seguidores y su palabra, en ocasiones, parece la ley. Amable y afable, Frampton habla en uno de los intervalos del seminario sobre Arquitectura y comunicación en el que se debate la situación actual de las revistas especializadas en esta disciplina. Frampton critica duramente a los arquitectos estrella y se pregunta si "son éticamente responsables o directamente espectaculares". "Nadie tiene tanto éxito como el éxito", ironiza, También reivindica la durabilidad de los edificios como uno de los elementos básicos de la arquitectura.Pregunta. A partir de la exposición central del congreso, Presente y futuros, y de, la selección que se ha realizado de los ponentes, ¿cree que puede conocerse el estado actual de la arquitectura?
Respuesta. La exposición está muy cercana al urbanismo, pero enseña el de las megalópolis de la periferia más que el del centro de las ciudades. Es la cuestión polémica que ha introducido Ignacio de Solà-Morales, que defiende más esta visión periférica de la ciudad. Respecto a la selección, creo que se han elegido los proyectos de una forma un tanto arbitraria. Las posiciones no están elegidas con suficiente cuidado. Hay una visión crítica, pero falta una mirada global.
Es muy interesante, por ejemplo, el proyecto que muestra la red de transporte de autobuses en la ciudad brasileña de Curitiba, pero otros proyectos parecen superficial y estéticamente interesantes, pero en el fondo no lo son tanto. En cambio, L'Illa Diagonal, el centro comercial de Rafael Moneo y Manuel de Solà-Morales en Barcelona, es un proyecto importantísimo para el desarrollo futuro de la ciudad. Se relaciona con la trama urbana con el frente de la Diagonal, y mantiene los mecanismos de estas estructuras de megaciudad.
P. ¿Cree que tendría que haber estado representado en la exposición?
R. Sí, tendría que haber estado en ella porque, además, es un edificio que no ha tenido un cliente suave como la Administración pública, sino que tiene un cliente privado que paga para conseguir un rendimiento y que quiere que el edificio responda al uso comercial. Transformar este programa de comercio y oficinas en un proyecto sólido y cívico es fantástico y ejemplar.
P. Estos días se habla mucho de aspectos sociales, pero muy poco de estilo. ¿Porqué?
R. Estoy de acuerdo con la posición del congreso y de la exposición. No se trata de discutir sobre un estilo, sino de cómo abordar los problemas, y los programas.
P. ¿Qué pasa ahora con el estilo en la arquitectura?
R. Hoy existe la tendencia a recurrir a la arquitectura de las grandes imágenes y de los grandes espacios. En general, se olvida la cuestión del microespacio, que es donde el estilo es básico y hay que ir al detalle. Algunos arquitectos dicen que el tema de la habitación no es un problema de la arquitectura porque una sala es igual que otra. Esto es algo reaccionario. En los años treinta y cuarenta, y también ahora, hay arquitectos sensibles que intentan afinar el microespacio. Y esto es la verdadera base del estilo. No es la única, pero es una. Otra cosa es ver cómo se juntan las cosas y también el respeto por la durabilidad de los edificios. En Estados Unidos se utiliza mucho la palabra amortización. Se piensa que un edificio tiene que estar amortizado en 30 años y después da igual si desaparece. Esto es reducir la arquitectura a una mera mercancía. La arquitectura tiene que pensarse para durar.
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