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Un testigo de cargo de la Justicia franquista

El testimonio del juez José Antonio Enrech, ex secretario del juzgado que instruyó el caso Ruano en 1969, al margen de la trascendencia penal de sus revelaciones, tuvo ribetes de mitin en favor de la Justicia de los últimos años del franquismo, que Enrique Ruano y algunos asistentes al juicio padecieron. A pesar de las críticas a la investigación realizada entonces, Enrech aseguró: "No digo en 1940, pero en 1969 los funcionarios judiciales actuábamos con gran independencia".Aunque los forenses, incluso de la defensa, criticaron la desaparición de un trozo de hueso de la clavícula y las deficientes descripciones de la autopsia, Enrech dijo que fue "perfecta" y se realizó "con respeto a los derechos individuales y a los del difunto". Enrech, el fedatario público de aquellas actuaciones, que asistió a la autopsia con un compañero suyo, que le acompañó, según dijo ayer, negó que se hubiera producido el serramiento del hueso de la clavícula con una cizalla; dato incontrovertido en el sumario. "De allí no se sacó ni hueso ni nada", aseguró. Fue, según él , "una autopsia garantista y perfecta, porque de esta forma también se trabajaba entonces". Calificó el tratamiento jurisdiccional de "íntegro, digno de la muerte de aquel muchacho".

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De ahí que Enrech mostrara su indignación por las afirmaciones realizadas por José Manuel Gómez Benítez y José María Mohedano [al que no mencionó] en el homenaje a Ruano en la Universidad Carlos III, de Madrid, a propósito de asesinatos o falsedades en el acta de autopsia. Por eso comunicó a Gregorio Peces-Barba "que se estaban pasando, cuando lo máximo que pudo haber fueron torturas".

Preguntado por la presidenta del tribunal, Carmen Compaired, sobre si estos años "siguió pensando que se produjeron torturas", Enrech contestó que era "un pensamiento subjetivo, interno" sobre un caso que él, a diferencia del Supremo, cree prescrito.

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