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Rojo incita al Gobierno a reformar el Estado de bienestar para garantizar su supervivencia

Luis Ángel Rojo, gobernador del Banco de España, irrumpió con fuerza en el debate sobre el Estado de bienestar. En un discurso denso e intencionado, instó seriamente al Gobierno a que lo reforme para garantizar su supervivencia. "El futuro del Estado de bienestar pasa hoy por una revisión de sus instituciones que busque un nuevo equilibrio entre eficiencia y equidad, que no niegue los límites y fallos del mercado ( ... ). -pues ello no lo negó ni Adam Smith- pero que tampoco pretenda, desde una solidaridad mal entendida y a veces invocada de un modo abusivo, mantener instituciones capaces de cegar las fuentes de la creación de empleo y del crecimiento económico", subrayó.

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Antes de volar a Frankfurt (Alemania) para asistir a una reunión de los Gobernadores de los bancos centrales europeos, Luis Ángel Rojo dictó ayer una conferencia titulada El futuro del Estado del bienestar, como parte de los cursos de verano que la Universidad Complutense inauguró ayer en San Lorenzo de El Escorial. El Gobernador construyó un discurso denso y muy matizado que supone una requisitoria al Gobierno para que afronte los auténticos cambios estructurales de la economía, que implican una reforma ineludible del Estado del Bienestar.Para Rojo, la defensa del Estado de bienestar implica "una revisión de sus instituciones que busque un nuevo equilibrio entre eficiencia y equidad", que no obstaculice, "desde una solidaridad mal entendida", las fuentes básicas de las redes de protección (crecimiento económico y empleo). "En los países europeos hay márgenes amplios para reducir las intervenciones y revisar los sistemas de seguridad social de modo que la protección que ofrezcan no implique costes excesivos -actualmente y para las generaciones futuras- y no se generen desincentivos a la demanda de trabajo y a la búsqueda de empleo y al crecimiento". Entre los cambios probables, que Rojo evitó concretar, podrían enumerarse la sanidad, el subsidio del paro o los sistemas de seguridad social.

¿Por qué hay que reformar el Estado de bienestar? Rojo desarrolla una explicación amplia, con tres protagonistas: "Presión creciente de la competencia, cambio tecnológico acelerado y fuertes requerimientos de estabilidad". Así, "en esas nuevas circunstancias, los esquemas e instituciones del llamado 'Estado de bienestar', diseñados para otro contexto y con frecuencia distorsionados para atender ( ... ) situaciones no previstas inicialmente, pueden dañar los criterios de eficiencia y flexibilidad necesarios para afrontar los problemas".

Menciona los daños que produce esta inadecuación: "Los menores incentivos al trabajo resultantes del sistema de protección social, la acusada progresividad de la imposición sobre la renta o las fuertes cargas sociales fijas que gravan desproporcionadamente a los trabajadores menos cualificados". Menciona que "la utilización inapropiada de esquemas de protección social, como la jubilación anticipada o las prestaciones de incapacidad laboral, para apoyar la renta de los trabajadores y aliviar el problema del paro", en lugar de los fines para los que fueron diseñados, suponen "una carga añadida a la viabilidad del Estado del Bienestar". Además, "las prestaciones sociales han pasado a considerarse un derecho subjetivo adquirido, a pesar de que, para la mayoría de los beneficiarios de estas prestaciones, su cuantía sea varias veces superior al valor actuarial de las cotizaciones aportadas".

Bienestar y déficit

El Gobernador define los términos en que el Estado del Bienestar puede sobrevivir y la relación de esta supervivencia con la inflación y el déficit público. "La redistribución de la renta que opera el Estado del Bienestar sólo es efectiva si se trata de una redistribución real y no nominal, es decir, si se obtienen de la sociedad, como ingresos públicos, unos recursos reales que luego se transfieren como gastos públicos ( ... ). Si se pretende transferir lo que no se ha obtenido, existe un desequilibrio entre ingresos y gastos públicos y se genera una falsa ilusión redistributiva, que acaba frustrando los objetivos de la misma. Esta es la falacia en la que se incurre cuando se pretende financiar transferencias reales y permanentes de recursos incurriendo en déficit públicos persistentes".La inflación es la segunda gran amenaza para la protección social "porque defrauda las expectativas de los sectores con menor capacidad para protegerse frente a la misma"."No digo que esa reforma sea tarea fácil", reconoce. "No lo es, desde luego, desde el punto de vista político. Y tampoco es fácil desenmarañar los sistemas montados para atender determinados valores sociales; sistemas con frecuencia tan complejos, tan abundantes en contradicciones ( ... ) que nadie está ya seguro de cuales sean sus efectos netos". Advierte al Gobierno, a modo de estímulo, de que las reformas hay que acometerlas "con conciencia de que no hay alternativa que carezca de costes políticos, económicos y sociales".

Rojo introduce un matiz clave en su requisitoria. En Europa, a diferencia de EEUU, existe una cultura de solidaridad qué no puede ser eludida. "Hay límites que no se podrían traspasar sin una fortísima resistencia". La reforma que sugiere, busca la consolidación y supervivencia del Welfare State. "En ninguna sociedad se registrará el desmantelamiento del Estado del Bienestar que algunos piden", asegura.

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