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La izquierda y la derecha italianas rechazan la política económica de Prodi

El plan económico trienal anunciado la pasada semana por el Gobierno italiano como base de elaboración de los Presupuestos Generales del Estado de 1997 recibe ataques de todos los frentes. La derecha lo califica de pastiche que dejará a la lira fuera de la Unión Económica y Monetaria europea (UEM), mientras que los sindicatos de izquierda y el Partido de la Refundación Comunista temen que implique serias cortapisas para una renegociación equilibrada de los salarios. Las críticas formuladas por el comisario europeo Mario Monti contribuyen a potenciar las presiones sobre el Ejecutivo.Dos cifras concretas del plan compendian todas las agresividades. El 4,4% fijado como objetivo de relación entre el déficit público y el Producto Interior Bruto (PIB) suscita las iras de la derecha. Los sindicatos y los comunistas recelan, en cambio, del objetivo de inflación, establecido para 1997 en el 2,5%.

El primero de estos datos supera en 1,4 puntos el 3% que deberán respetar los países aspirantes a entrar en la UEM en 1999, según los criterios de Maastricht. El Gobierno italiano de centro izquierda sostiene, no obstante, que Italia podrá llegar a tiempo a la cita, aunque añade que, si lo hiciera "con algunos meses de retraso", tampoco sería una tragedia.

El plan de Prodi prevé que el déficit será de un 3% del PIB en 1998. La estrategia del primer ministro se basa precisamente en los efectos añadidos del control de la inflación, que debería facilitar la reducción de los tipos de interés y el consiguiente descenso del coste de una deuda pública que hoy equivale al 124% del PIB. De ahí la reducción del objetivo de inflación al 2,5%, frente al 3% programado hace un año por Lamberto Dini para 1997. Pero los sindicatos habían ajustado su campaña a ese dato, y tenían previsto negociar subidas salariales del 3%. Ese es el origen del conflicto.

Diferencias con Monti

Las críticas de la derecha no, representan una amenaza para Prodi. El primer ministro ha reaccionado, en cambio, agriamente frente a la afirmación de Monti de que, dado que el examen de acceso a la UEM se hará en 1998 sobre los resultados de 1997, Italia quedará fuera. "El comisario europeo se ha puesto en contraste con su Gobierno, pero también con el presidente de la Comisión, Jacques Senter", declaró secamente Prodi.Queda en el aire la cuestión de si Prodi intentará cambiar los comisarios en Bruselas tras este incidente, aunque Monti sea una persona que conoce bien y a la, que respeta como economista de prestigio. "Italia no puede permitirse quedar fuera de Europa, pero tampoco llegar a la cita desfondada y sin recurso?, ha dicho el primer ministro, en alusión a las consecuencias que podría tener sobre la actividad económica una política aún más restrictiva que la prevista para 1997. El Gobierno prevé recortar 32,4 billones de liras (más de 2,6 billones de pesestas) el déficit del próximo año, a base de reducir el gasto público en 21,2 billones deliras y aumentar los ingresos fiscales en 11,2 billones de liras.

El primer ministro asegura que tampoco hará caso de las protestas de la izquierda, aunque de esas sí que depende la continuidad potencial del Gabinete. Fausto Bertinotti, secretario de Refundación Comunista, dijo ayer que su partido no aceptará una nueva merma del poder adquisitivo de los trabajadores. El mismo tema será fundamental en el congreso que hoy inicia en Rímini la Confederazione Genérale Italiana dei Lavoratori (CGIL), principal sindicato del país, dividido entre las críticas de la izquierda, la simpatía hacia el Gobierno amigo y las divergencias con los otros, dos principales sindicatos, la CISL y la UIL.

La reivindicación sindical tiene a su favor una reciente declaración del Gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, que, al culpar de la inflación a los empresarios y a su política de beneficios, reconoció implícitamente que los salarios han contribuído durante los últimos años al control de los costes.

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