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¿Otra añagaza de ETA?

Ha bastado con que la Mesa de Ajuria Enea le tomara la palabra a ETA para que los apologetas y valedores de la organización terrorista se precipiten a enterrar cualquier atisbo de esperanza. 'El Gobierno español mantiene su cerrazón', titulaba Egin ya el pasado lunes; 'Portazo de la Mesa a la oferta de ETA', ha repetido ese mismo periódico. La respuesta de los partidos democráticos vascos -"Soltad a Ortega, prorrogad la tregua y hablaremos en serio"- ha puesto a la defensiva al mundo de la violencia terrorista. Ahora parece haber prisa por frenar los vientos de la expectación, por enfriar los rescoldos de la esperanza antes de que la ilusión prenda en sus propias bases y empiecen a preguntarse si el asesinato sin fin es el único camino que conduce a la salida.En todo caso, los mensajes emitidos estos días por HB acrecientan significativamente la sospecha de que el anuncio de ETA es una maniobra de corto alcance, haga lo que haga, diga lo que diga el próximo domingo.

Fiados al poder taumatúrgico de las siglas ETA, quienes manejan ese mundo usan el sello de la organización terrorista con una ligereza cada vez mayor como resultado, quizá, de su progresiva implicación en el juego de la maniobra política. Lo mismo amenazan al Tour que estampan la firma de ETA al pie de un anuncio de tregua de siete días elaborado precipitadamente con el presumible propósito de deshacer el renovado consenso democrático y evitar que la cumbre de Ajuria Enea articulase una "estrategia global y sostenida". Demasiadas prisas, demasiado interés en contrarrestar a una Mesa de Ajuria Enea a la que ahora dicen no considerar, a la que niegan despectivamente su papel interlocutor.

Entendimiento político

Ciertamente, vistas las pretensiones de su oferta, el precio de una tregua nominal de siete días resulta insignificante para el mundo de ETA, pero todo parece indicar que los depositarios de esas siglas minusvaloraron la capacidad de entendimiento y de compromiso de los partidos democráticos en esta etapa.

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La respuesta final de la Mesa, respetuosa con ETA hasta el punto de utilizar términos como "actividad armada", tiene la virtud de desmontar el complejo, alimentado insistentemente desde determinados sectores políticos y periodísticos, que atribuía a la Mesa de Ajuria Enea una actitud inmovilista. Ofrece el solemne compromiso democrático de "respetar y hacer respetar en todos los ámbitos políticos un consenso que dé satisfacción razonable a las plurales opciones de la sociedad vasca utilizando todos los instrumentos que el ordenamiento jurídico pone a nuestra disposición".

Lo único que piden a ETA los partidos que representan al 85% de la sociedad vasca es un mínimo de seriedad, la garantía de que no están ante una maniobra infame, ante una añagaza más con la que ETA quiere simular que se mueve cuando lo que pretende es seguir girando sobre sí misma, que no están ante una coartada de consumo interno para seguir cargando. las pistolas y los coches bomba.

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